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MARIANO SÁNCHEZ TRIVIÑO, "ROMANONES"
(por Miguel Gallego Zapata)

(Cronista Oficial de la Villa de San Javier)


     Mi nieto me invitó hace poco a una capea que organizó con sus amigos de San Pedro del Pinatar, Torre Pacheco, Los Alcázares y San Javier, el día 16 de octubre, en la finca Romanones, en Los Castellanos, donde Mariano y sus hijas han montado un tinglado en el que, además de una barbacoa donde hacen matanzas y un salón muy adornado para celebraciones, tienen una plaza de toros en la que los invitados lo pasamos a lo grande con una vaquilla que hizo nuestras delicias. En otra ocasión también estuve invitado por mi hija María Obdulia, que tenía aquí unos amigos de Barcelona que también disfrutaron, tanto de los productos que degustaron con fruición, como de la vaquilla. El lugar es magnífico. El único de su especie en San Javier y quizá en todo el entorno del Mar Menor. Mi felicitación a Mariano, a su mujer y a sus nueve hijos por tan feliz idea.

 

     Conozco a la familia Romanones desde siempre; mis tías, que tenían un pequeño comercio de comestibles en la calle de Miguel Zapata, conocido por la tienda de Las Lobas, mataban periódicamente cerdos y Eulogio y Angelina eran los protagonistas de los ricos embutidos que tenían vendidos antes de la matanza, pues habían adquirido fama más allá de su clientela. Me asombraba verlos trabajar pues era algo que se salía de lo corriente. Eulogio era más bien rudo, pero ella era angelical; cuando estuvo mayor le sustituyó su hijo Paco, pero, siempre con Angelina, formaban un equipo también perfecto.

  

     A Eulogio Sánchez le llamaban “Romanones” porque estaba cojo y ella, en plan jocoso, le llamaba “el Conde” y él la llamaba “la Condesa”. Romanones en un principio llevó la antigua Posada de San Javier que estaba ubicada donde hoy Establecimientos Bastida, yo ya los conocí viviendo por encima de donde estaba la Calera, camino de Los Urreas.

  

     Eulogio quedó viudo con un hijo que estuvo casado con Rosario Sáez Olmos, mi amiga de la infancia pues nos criamos juntos en la Torre Mínguez. Al casarse en segundas nupcias con Angelina, ella tenía una hija que se casó con Esteban Marín Gómez, recuerdo a Esteban jugando al fútbol con los equipos de San Javier.

  

     De aquel matrimonio vinieron ocho hijos: Pepito, María, Angelita, Fina, Antonio, Pedro, Mariano y Jerónimo, todos ellos gente emprendedora que forman una saga famosa, entre otras muchas cosas y buenas, por ser gente laboriosa más allá de lo normal.

  

     Mariano se casó con Fina Fructuoso, de los Rayanos de Pozo Aledo, gente también laboriosa, y como fruto de este matrimonio nacieron nueve hijos: Ángel, Carmen, Mariano, Pepita, Carlos, Rosa, Pedro, Eulogio y Beatriz, que son su corona más preciada, muchos de los cuales colaboran con su padre en este emporio y en sus actividades agrícolas y ganaderas, y otros emprendieron actividades por su cuenta.

 

     Recuerdo cuando Mariano llevaba el Matadero Municipal de haber ido allí a recoger un cochinillo que les tenía encargado y cómo estaba aquello de limpio, llevé una sorpresa que nunca olvido, me atendió muy amablemente su hija Rosa, una joven muy agraciada.

  

     Nunca comprenderé que aquel matadero, al que venían de todas partes a matar y que tantos millones costó, tanto a Mariano como al Ayuntamiento, y que tantos puestos de trabajo creó, se fuera al garete, y hoy, según me dice mi primo Ignacio que va por allí, está a merced de las musarañas.

  

     No tendré otra oportunidad para ponderar a las familias numerosas pues se sabe que los artífices del milagro alemán que levantaron la nación después del desastre de la guerra mundial eran todos hijos de familias numerosas.

   

     No me resigno a nombrar a María Ángeles Gea Sánchez, también de la saga, una mujer laboriosa, amiga de mis hijas, que frecuenta mi casa y tanta estima le tenemos todos y que con tanta ilusión me habla de sus abuelos Eulogio y Angelina y me manda cosas preciosas por Internet.

   

     Como Cronista de la Villa me enorgullezco de hablar de estas buenas gentes que tanto honran a su pueblo.

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