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EXPERIENCIAS DE UNA "AMIGA DE LAS MISIONES"
(por Mª Dolores Manresa)


     Todo empezó cuando, en cierta ocasión, me pidieron ayuda para ir, una tarde a la semana, al centro de “Amigos de las Misiones” para ayudar a hacer paquetes. Acepté. Allí se clasificaba la ropa. A un lado la de invierno, a otro la de verano. Era importante, pues a Angola sólo se podía enviar la ropa de verano. Seguidamente había que envasar alimentos y medicinas clasificadas. Estos paquetes se enviaban a Huelva para, desde allí, los barcos pesqueros, que faenaban por aquellas aguas, los llevaran hasta los puertos angoleños de Lobito y Luanda, adonde se acercaban los misioneros para recogerlos y distribuirlos entre los pobres.

     Luego me pidieron que me quedase a las reuniones que hacían cuando se terminaba el trabajo. Se leían las cartas de los misioneros, se estudiaba la forma de ayudarles en sus peticiones, se programaba lo que había que hacer. Sin darme cuenta me fui introduciendo en el mundo de la “Misión”.

     ¿Cómo expresar lo que significaban aquellas cartas con su caudal de fe, de amor, de generosidad sin límites?

     Me enganchó. Cuando me propusieron ser la responsable del grupo, no pude sino aceptar. Y aquí estoy más de 25 años, en los que he recibido mucho más que lo que yo haya podido dar. Es muy difícil resumir en una cuartilla, la tarea de todos estos años. Se ha ayudado en cantidad de proyectos: dispensarios, casas de acogida para huérfanos y madres sin recursos, escuelas, capillas, pozos, centros para reinsertar a los niños de la guerra, que, después de su terrible experiencia, no tienen a donde ir. Talleres de formación para chicos y chicas, a fin de enseñarles un oficio con el que puedan ganarse la vida. Ayudas económicas para la leprosería de Saurimo, asistida por monjas franciscanas. Se han instituido becas para seminaristas nativos.

     Y todo esto es posible por la generosidad de mi pueblo, Callosa de Segura, que colabora con donativos, cuotas, huchas y la asistencia al Bingo Misionero que organizamos cada año, con la indispensable colaboración del comercio local que contribuye, año tras año, para que el bingo sea un éxito.

     Con justicia figura el nombre de Callosa de Segura en los más diversos lugares de la geografía misionera.

     A mí, personalmente, no deja de impresionarme la figura del misionero. Cuando hicieron suyo el mandato de Jesús: “Id a todas las gentes”, se han desprendido de todo lo que les sujetaba: familia, amigos, patria, seguridad, para lanzarse a la aventura de proclamar a Cristo donde no se le conoce, dedicando toda su vida a ayudar y servir a los predilectos de Jesús: los pobres.

     Muchas más cosas podría decir; pero, con estas líneas, creo que son suficientes para entender y, tal vez, amar un poco lo que es el mundo de la MISIÓN.

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