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Tu color de ojos
parece engañoso:
azul para unos,
para otros, verdoso.
Mas nunca es incierto.
Tampoco borroso.
Sin duda, se trata
de un color precioso.
A mi me parece
claro y luminoso
y su luz refleja
el ejemplo hermoso
de tu corazón
noble y generoso.
Cuando los contemplo
me siento dichoso
y mi corazón
da, lleno de gozo,
las gracias a Dios
Todopoderoso.
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