CURIOSIDAD.- Era tal su curiosidad y hacía tantas preguntas que resultaba imposible contestarlas todas con sinceridad. Por eso tuvo que aceptar como verdades demasiadas mentiras.
REZAR.- Extrañamente, en aquella comunidad religiosa no todos rezaban igual, sino cada cual al santo de su particular devoción.
BUEN HUMOR.- Era un hombre tranquilo y sereno que siempre estaba de buen humor, incluso en los momentos más negativos para él. Y ésta era su explicación: “A mal tiempo, buena cara”.
FRACASO.- Fracasó cuando le puso a su taberna su nombre y apellidos, pues se llamaba “Malvino Aguado Caro”.