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Manuel Gisbert Orozco

LA MOSCA ESPAÑOLA... O COJONERA

(por Manuel Gisbert Orozco)


     Todos sabemos que en España exportamos naranjas, fruta y verduras y los que no lo saben se enteran, por televisión, cuando nuestros camiones son asaltados por los agricultores franceses apenas atraviesan los Pirineos; pero también exportamos otros muchos productos, algunos tan extraños como curiosos.

     Aparte los típicamente folclóricos como pueden ser las guitarras o los abanicos, también exportamos otros tan españoles como el botijo y la tortilla.... española por supuesto. Sin embargo la palma se la llevan los insectos. ¡Si señores! También exportamos insectos. No me refiero a los que compartimos con perros y gatos o los que accidentalmente pueden ocupar nuestras casas y que algunos de los millones de turistas que nos visitan anualmente pueden llevarse, sin quererlo, encima o en su equipaje, cuando abandonan nuestro país después de unas dulces vacaciones. Se trata de los molestos abejorros que en los modernos invernaderos, donde el viento no puede realizar la función de esparcir el polen, se encargan de ese incomodo trabajo sin necesidad de pagarles un sueldo decente o afiliarlos a la Seguridad Social y que en países como Egipto o Túnez son muy bien recibidos.

     Sin embargo la estrella de nuestras exportaciones de insectos es la mosca. En España tenemos muchas clases de moscas: la de las cerezas, la del vinagre, la de la col, la de las cuadras, la doméstica, la de los estercoleros... y así podríamos estar hasta mañana, siempre y cuando no nos metamos con los moscones pues entonces tardaríamos por lo menos una semana en finiquitar este artículo. Pero todas ellas pertenecen al Orden de los Dípteros y esas no nos interesan. La que verdaderamente nos interesa y valga la redundancia es la mosca española (la que pica de verdad, porque a ninguna le interesa picar por frivolidad) que pertenece al Orden de los Coleópteros por poseer una sustancia activa, propia de este grupo, llamada cantaridina.

     La cantaridina en dosis elevadas es altamente tóxica, pero en pequeñas dosis es un excitante genitourinario. Su éxito ha sido tan grande que según datos del ICEX nos las reclaman insistentemente desde Estados Unidos, Alemania y Hong Kong en donde según parece ha desplazado a la viagra. Como este medicamento es caro y no lo facilita la Seguridad Social, la solución a todos nuestros problemas sexuales está en la mosca española que la tenemos al alcance de la mano y además resultan gratis. Recuerdo que de pequeño, y valiéndome únicamente de este instrumento, era capaz, en plena canícula y alrededor de una fuente, de cazar de veinticinco a treinta de estos insectos en una hora. Ahora la cosa es distinta y como además no somos expertos zoólogos, ni siquiera sexistas de pollos, seriamos incapaces de distinguir a la mosca española de las restantes. Yo les recomiendo que cuelguen de la lámpara de su casa y previamente untadas de pegamento, tres banderas: la española, la francesa y la inglesa, y elija únicamente las moscas que están pegadas a la primera. Seguro que no se equivoca.

     Después: no me sean brutos, no se precipiten y presten atención a la correcta administración del preparado, que no es cutánea. No se trata de colocar a las moscas en cierto sitio y esperar a que piquen y provoquen los efectos deseados. Hay que machacarlas y tomarlas por vía oral, el que tenga estómago claro está. Y cuidadito con la dosis que tomen, que como muy bien dice el refrán: “No por mucho madrugar, amanece más temprano”.

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