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Manuel Gisbert Orozco
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Aquellas vacaciones olvidadas

Manuel Gisbert Orozco ____________________

 

 

 


Muchos dicen que, como en Madrid, en Alcoy no hay playa. No es cierto. Nuestra ciudad es el centro de una circunferencia que con un radio de cincuenta kilómetros por carretera y a menos de una hora en automóvil, se encuentran las mejores playas de la provincia de Alicante y sur de la de Valencia. Por todas las carreteras que salen de la población hacia la costa se llega a un puerto marino después de salvar por el camino otro de montaña.

     Para ir a Alicante había que pasar por la Carrasqueta. A Villajoyosa hay que cruzar el puerto de Tudons. A Benidorm atravesando el puerto de Confrides. A Denia y Vergel, por Pego, franqueando el Puerto de Margarida y finalmente a Gandía, Oliva y Bellreguard, por el puerto de Albaida, que hoy en día no es más que una suave subida de la autopista, pero no hace todavía muchos años se cobraba la vida de muchos viajeros.

     Los alcoyanos han sido los pioneros del turismo en muchas de esas playas. Los industriales, aparte del Mas en los alrededores, tenían su chalet a pie mismo de la playa. Esas edificaciones eran, por su lujo, la admiración de los lugareños. Hoy en día la mayoría han desaparecido debido a la ley de costas o porque un mastodóntico edificio de cemento ha ocupado su lugar. El pueblo llano, sin embargo, tenía que conformarse con la llamada “Vuelta a la Marina”. Los domingos de verano, o durante las vacaciones oficiales de Alcoy que prácticamente lo cerraba todo del  15 al 31 de julio, salían desde la Bandeja uno o varios autobuses con dirección a Gandía. Baño y almuerzo. Mientras se hacia la digestión, que esto era sagrado antes de mojarse el ombligo otra vez, se viajaba hasta Benidorm. De nuevo remojo y comida. Después de una agradable siesta debajo del primer sombrajo que se pudiese coger, de vuelta al autobús que nos llevaba hasta Alicante. El día era largo y apetecía otro baño. Solo cuando el sol parecía querer ocultarse en su caminar hacia el oeste, los viajeros, más colorados que las gambas de Denia, subían a su autocar, que más bien parecía un horno después de todo el día al sol, para regresar a Alcoy.

     Pronto se dieron cuenta que tanto viaje no era necesario. Alquilar un apartamento durante 15 días estaba fuera del alcance de la mayoría de los alcoyanos, pero si se juntaban cuatro, aparte de poder jugar a cotos, el precio se hacía más asequible. Las camas eran para los matrimonios y la chiquillería dormía, de siete en batería, en el comedor en un par de “matalaf” vacios que allí rellenaban con algas secas. Los domingos, cuando llegaban los amigos para pasar el día, en un apartamento se concentraba más gente que subsaharianos en una patera.

     Los alcoyanos tenían fama y se le reconocía en los pueblos turísticos por pagar siempre con billetes nuevos. Alcoy entonces era una de las pocas ciudades españolas no capitales de provincia que disponía de banco de España. La banca local se abastecía de él y el dinero nuevo corría a raudales. Exportaron a sus lugares vacacionales las fiestas de Moros y Cristianos, que en algunos pueblos se han institucionalizado como una fiesta local más. El Café Licor no podía faltar, y como no se solía encontrar en todos los sitios era lo primero que metían los alcoyanos al hacer las maletas. Hoy en día gracias a Mercadona ese problema está solucionado. Y por último el “mesclaet”.

     Pedir un mesclaet en cualquier heladería de Alcoy no es problema. Si lo pides fuera, sobre todo a los camareros de temporada, aun preguntan... “¿De qué…?”, pero por lo menos no se asombran cuando les dices que la mezcla es de agua limón y horchata y precisamente en ese orden.

     Hace algunos años cuando se lo especifiqué a un camarero, no recuerdo donde, me respondió. “¿Pero eso esta bueno…?”. En Denia, también hace bastante tiempo, pedí cuatro mesclaets. Y antes de que pudiese añadir nada más me contestó el camarero. “Está claro… ¡Cuatro alcoyanos!”. Cuando nos sirvió, le pregunte por qué lo llamaban así y sin inmutarse me respondió: “Son los únicos que lo piden”.

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