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______________________________ al habla con...

Miguel Solera Quílez

Vicente Esteve Vera ____________________

 

 

 

 

En mis ochenta y tres entrevistas anteriores ¡y parece que empecé ayer! los compañeros que iban surgiendo llevaban tiempo en nuestra asociación -algunos incluso desde su fundación- pero hoy se asoma a nuestras páginas el último de nuestros asociados, y cogido de sorpresa le preguntamos: ¿cómo y cuándo fue tu salida de la Caja?
– Empezaré por lo último, el 2 de diciembre de 2009 a requerimiento de Recursos Humanos me desvinculé de la entidad acogiéndome al convenio de prejubilaciones entre la Caja y los sindicatos. Mi nuevo estatus laboral pasó a ser el de personal con contrato de jornada especial.

     ¿Y tu afiliación a JubiCAM?
– El  pasado viernes 2 de noviembre por indicación de Pepe Barberá me hice socio aunque llevaba tiempo queriendo pasar por el local a saludar a los compañeros.

     ¿Cómo fue tu incorporación y paso por la Caja?
– Me incorporé a la vida laboral para que en mi familia otros pudiesen estudiar. El 15 de junio de 1965 me examiné de 5º de bachillerato en los Salesianos y el 17 lo hice para entrar de botones en la CASE donde me incorporé el 1 de julio en Intervención General. Continué estudiando 6º, Reválida y Preu mientras trabajaba. A los 16 meses pasé a Auxiliar y tuve de jefe a Roberto Montero al pasar al Departamento de Estudios, cuyo director, Alberto Hernández, nos asignó para la mecanización de las oficinas a través de las máquinas electromecánicas AUDIT 622 y 623 (los más antiguos las recordarán). Estos trabajos pasaron a la dirección de Organización en la implantación de los terminales financieros.

     Salieron seis plazas para la nueva dirección de Proceso de Datos y de los 140 que nos presentamos las obtuvimos: Mª Dolores Poveda, Deogracias Mañogil, Fernando Galán, Miguel Solera, Félix Lanz y Rafael García. De aquella época recuerdo el primer IBM 360/20 con cuatro unidades de cinta, una de disco y una impresora instaladas en el ático de San Fernando, 40 y aquí estuve hasta que se trasladó la informática a Agua Amarga.

     Estuve en Control, dependiente de Intervención General hasta que a requerimiento de Alberto Hernández, el Director General Miguel Romá me ofreció el cargo de 2º en Servicios Especiales. A los siete meses me hacen jefe y allí estuve 13 años. El nuevo Director General, Juan A. Gisbert, me nombró Director de Calidad y allí estuve hasta que el 1 de febrero de 2001 se hizo cargo de la Dirección General un nuevo equipo directivo; fui relevado el día 9 de ese mismo mes y año y me adscribieron al departamento de Empresas, hasta mi salida después de 45 años en la Entidad.

     Le pido alguna anécdota en su prolijo devenir en la Caja y esto nos cuenta:
– Podríamos escribir un libro pero ahí van algunas de las más significativas: a) Siendo botones me tocó estar de “puerta” con traje de gala y guantes blancos en una actuación de la ilustre violinista Josefina Salvador. Llegué con 39 de fiebre y al descorrer las cortinas me encontraron durmiendo. b) El día de mi boda, me casaba en los salesianos a las 17 horas y a las 14.45 h. mis padres enviaron a por mí porque estaba en una reunión en la Diputación representando a la Caja; la presidía el señor García Galiano. Fijándose en mí me dijo –ha venido sin afeitar; y claro, le respondí, –me caso a las cinco. c) En la entrega de las insignias por los 25 años de pertenencia, la tuvo que recoger mi esposa porque yo estaba en Madrid reunido en la CECA. Me la impuso mi mujer en la cocina de mi casa.

     Le pregunto si se podía haber evitado la desaparición de la Caja y me dice:
– Totalmente. Solo con que Eduardo Zaplana no hubiera puesto tanto interés en cesar a Juan A. Gisbert; él no hubiera permitido ni las ingerencias políticas que hubieron después de su marcha ni hubiera aceptado la mala gestión en el apartado inmobiliario.

     Queremos saber algo de tu vida personal:
– Pues te cuento. Nací en Madrid en 1950 hijo de Miguel, maestro en los Salesianos del distrito de Estrecho, y de Candelaria. En el 59 nos vinimos a Alicante con mi hermana Mari Cande, mis tíos y abuelos. Estudié en los Salesianos y me considero un estudiante aplicado pero muy nervioso y moderno (me expulsaron durante 10 días por llevar el pelo a lo Beatle). En esa época formé parte de un grupo musical, como cantante, junto a mis inolvidables Ferragut y Girona. Jugaba en el equipo de fútbol y fuimos campeones provinciales al ganar la final en Elche al Sporting Salesianos por 3 a 1. Con nosotros jugó Asensi que posteriormente fue internacional absoluto. He tenido, y tengo, la mejor pandilla de amigos del mundo y esto lo diré siempre -única y grande- llevamos 53 años juntos y a la última comida asistimos 69. Fundamos el club INCO (Inmaculada Concepción) en la parroquia del barrio del Plá y creamos hasta nuestro equipo de hockey hierba.

     En el año 76 me casé con Mª Francisca Martínez Quesada y hemos tenido dos hijos: Miguel, 31 años, y  Begoña de 27. Todavía sin nietos.

     ¿Cuáles son tus aficiones?
– De tipo deportivo el fútbol, que llegué a jugar hasta que tenía 55 años. El traumatólogo me llamó “loco” por haber llevado durante varios años el menisco roto. Soy hincha incondicional del Atlético de Madrid en una peña alicantina. Practiqué durante muchos años el hockey hierba y sala y desde hace 15 años el senderismo donde me hago de 8 a 12 kilómetros diarios. Llevaré más de 3500 kilómetros de los distintos caminos de Santiago. Deportes de agua “como buen madrileño” ninguno.

     De tipo recreativo me gusta el mus, que practico en el club CAM los miércoles y con amigos de la pandilla los jueves. Me gusta la música de todo tipo pero sobre todo retazos de clásica que entienda, de mi época de los años 60 - 70 y cantautores como Serrat, Sabina o Perales.

     ¿Nos cuentas algo de tus viajes? 
– Pues aparte de los que realizo desde el año 1999 ininterrumpidamente al camino de Santiago, los demás están propiciados por el destino en que se encuentren mis hijos trabajando pues hemos estado visitando a Miguel en Londres, Suiza y Praga, y a Begoña en Japón y Alemania.

     ¿Y de tus proyectos de futuro?
– Irme a un pueblecito de Francia, Sant Jaques, al pie Di Port, donde empieza realmente el camino de Santiago y hacerlo de un tirón. Cuando las circunstancias lo permitan tengo también pendiente una promesa a mi esposa; llevarla de crucero por los fiordos y las islas Lofoten. El que ya estoy cumpliendo es hacer lo menos posible pues empecé con 15 años a trabajar y creo que me ha llegado el momento de dejarlo todo y disfrutar del “descanso del guerrero”.

     Le comento que ya hemos terminado la entrevista y me dice:
– Querido Vicente, no me has preguntado qué sitio ha ocupado la Caja en mi vida. Se lo pregunto y responde: – Al contrario que a muchos nunca jamás la Caja ocupó en mí el primer puesto, ese ha estado siempre reservado a mi familia, pero sí es cierto que desde los 15 años hasta la actualidad además de trabajo me ha dado compañeros, queridos compañeros.

     Hasta siempre.

     Nada más por mi parte después de este final tan bonito, querido Miguel

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