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______________________________ Crónicas Viajeras

Viaje a La Rioja

Francisco Navarro Balsalobre ____________________

 

 

 

 

Quiero fer una prosa en román paladino/ En qual suele el pueblo fablar a su vecino/
Ca non so tan letrado por fer otro latino/ Bien valdrá, como creo, un vaso de bon vino.

(Gonzalo de Berceo, siglo XII, primer escritor en castellano)


Iniciamos nuestro viaje a la Rioja, recordando que allí encontraríamos la cuna de nuestro idioma, es decir Arte; buena cultura gastronómica en todos sus aspectos (carnes, legumbres, verduras) y sobre todo EL VINO, con lo que sociológicamente ello suele comportar: buena gente. Afortunadamente estas previsiones se nos materializaron cumplidamente; solo la caprichosa primavera nos martirizó algo con temperaturas inusualmente bajas y una permanente amenaza de lluvia que, afortunadamente, sólo quedó en mínimos chubascos de corta duración.

     Sol y luz en la salida (autopista del Mediterráneo); promesa de arte (autovía Mudéjar a su paso por Aragón) con magníficos ejemplos del arte musulmán en tierras y construcciones cristianas que llega incluso hasta Calahorra;  el VINO, siempre presente en sus campos de viñedos primorosamente diseñados en llanuras y suaves colinas, magníficos ejemplos de construcción bodeguera (clásicas, modernas y supermodernas), y... el Ebro, majestuoso, caudaloso, envidia nuestra y por cuyos caudales suspiramos desde hace tanto tiempo. Buena comida en ruta en Daroca, pueblo que merece la pena la visita, y llegada a nuestro alojamiento en Logroño, ciudad limpia, verde, cuidada, accesible, pequeña, animando al paseo callejero relajado entre pequeños comercios, y... sobre todo su señalada ruta enoturista, calles del Laurel y San Juan, la popular y conocida senda de los elefantes, “se empieza bien y termina trompa”, cervezas, vinos, pinchos, ¡oh ¡ los de champiñón, las zapatillas de jamón, las variedades de tortilla...; y presidiéndolo todo en su Paseo del Espolón, la majestuosa figura del general Espartero, famoso espadón liberal del tétrico siglo XIX español, hijo de un carretero de la Mancha, ferviente constitucionalista, vencedor del absolutismo oscurantista carlista, al que incluso ofrecieron –cosa que declinó– ser rey (Baldomero I), pero, ironías del destino, hoy son más populares los atributos de su caballo que su memoria histórica.

     Visitamos Nájera, en su día cuna y corte de los reyes de Navarra; en el Monasterio de Santa María la Real está su mausoleo. La Bastida y Briones, pequeños pueblos cargados de historia medieval. Haro, centro de la Rioja Alta en cuyo barrio de la Estación están ubicadas la mayoría de las míticas bodegas de esta zona; allí visitamos y degustamos en la de Cvne. En la Rioja Baja, Calahorra patria del gran poeta romano Quintiliano, sede obispal y cuya catedral barroca merece la visita. En cuanto a la Rioja Alavesa, visitamos Laguardia, situada a 635 metros de altitud, lo que permite unas vistas panorámicas impresionantes, dicen incluso que, con prismáticos, se pueden ver las  torres del Pilar de Zaragoza. Es toda un conjunto histórico monumental marcada por su función militar, sus murallas, torres, estrechas calles medievales con blasones centenarios, el ayuntamiento con su carillón –que vimos en funcionamiento-, pero sobre todo su extraordinario Pórtico de la iglesia de Santa María de los Reyes, en óptimo estado de conservación tanto las imágenes como su policromía, debido a haber estado protegidas de las inclemencias del tiempo. Su sola visita, bien merece el viaje.


     Respecto al Camino de Santiago, visitamos Santo Domingo de la Calzada, ligado al Camino desde su fundación como parada y hospital de peregrinos; hoy alberga el Parador Nacional y en su catedral vimos y escuchamos al gallo y la gallina en su gallinero gótico policromado del siglo XV en memoria del milagro del peregrino injustamente ahorcado: “Santo Domingo de la Calzada, donde cantó la gallina después de asada”.

     En una fría y brumosa mañana, visitamos, en San Millán de la Cogolla, el Monasterio de Yuso donde se ubica la cuna del castellano, lástima que actualmente la visita sea muy limitada tanto en tiempo como instalaciones; no se visita la biblioteca.

     Por último, visita a Vitoria, cruzando previamente el angosto desfiladero de la Sierra de Cantabria que separa la Rioja del País Vasco; frío y lluvia nos acogieron a la entrada; la ciudad, clásica ganadora de premios a la sostenibilidad medioambiental, sede del Parlamento Vasco, estaba en efervescencia futbolera pues esa tarde su equipo, el alavés, decidía a cara o cruz su ascenso a 2ª ante el Jaén. Era impresionante, casi intimidatoria, la presión futbolística-ambiental de los aficionados alaveses; nosotros meridionales, animábamos “de tapadillo” a los escasos y heroicos aficionados jienenses. Al final “lógicamente” ganó el Alavés 1 a 0.


     El día de regreso llegamos pronto a Zaragoza. En su clásica plaza del Pilar y al ser festividad del Corpus, pudimos ver en la Basílica el boato y luego la procesión. Algunos visitamos su catedral  -La Seo- magníficamente restaurada tras más de veinte años cerrada por obras. Tras una buena comida, continuamos viaje a nuestros lugares de partida.

     Hecho destacable ha sido la asistencia al viaje de más de diez socios simpatizantes, que en todo momento estuvieron perfectamente integrados en el grupo, constatación del acierto reciente de apertura de Jubicam a estos colectivos de amigos.
 

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