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  - FEDERACIÓN ASOC.JUBILADOS CAJAS * OFRENDA AL APOSTOL SANTIAGO, PATRÓN DE ESPAÑA
 
En el mes de las flores marianas, a nuestro amado Apóstol Santiago. Llamado por su grandeza SANTIAGO EL MAYOR, PUES, SEÑOR, AQUÍ ESTAMOS LOS MAYORES DE LA ÉPOCA, ESPERANDO CON ANSIAS INFINITAS QUE CON NOSOTROS ESTÉS.

A ti, con todo respeto y devoción, los aquí presentes, postrados a tus pies de Apóstol Santo y Benefactor de nuestras almas de hombres y mujeres que viven en estas Comunidades, te dedicamos nuestros pensamientos más hondos, nacidos desde el corazón más humilde de nuestro ser, invocando la grandeza y generosidad que siempre has mostrado con aquel que ha tenido fe en ti y en Nuestro Señor Jesucristo, de quien se alimentó tu grandeza y te concedió el poder estar a su lado en su paso por la Tierra como Hijo del Dios Vivo, agua de acequia escondida que brota como luz de paz y concordia dentro de nuestras vidas llenas de amor y hermanamiento.

Ante ti, amado Apóstol Santiago, amado entre los amados,
te rogamos nos protejas de las injurias del viento
desolador que azota el mundo,
y en nuestro pequeño coloquio, aquí, ante ti postrados,
te pedimos humildemente que nos protejas del mal.

Esta hermandad se nutre de nuestras Asociaciones
de personas firmes y buenas, cumplidoras del deber,
sabiendo, querido Apóstol, qué difícil es
conocer en la vida todo lo bueno de que el alma es capaz.

Ayuda pedimos, pero más te bendecimos por tu aliento
que nos invade ante la grandiosa gesta que fue sin duda
tu llegada, caminando lentamente, a las tierras gallegas.

Cuánto honor hemos tenido todos juntos
al haberte podido ver aquí dignificado sin igual.

Con trémulas manos, como ofrenda gentil y obsequiosa,
elevamos a ti, Apóstol, estas letras humildes, la rosa
de nuestra admiración por el sentido plural de las cosas.
Gracias te damos, pues aunque la leyenda dice
que en una barca viniste con un santo acompañado,
tan recia gesta hiciste que la barca, según dicen,
de piedra fuerte fue hecha, y arribaste a las costas bravas
de estos mares multicolores, donde desmembra el arco iris
la multitud de lo sublime al convertir sus aguas
en ondas de puro encaje que adornan nuestras vidas,
y nos das tanto que ni siquiera podemos llegar a amarte
como te mereces, pues poco nos parece
el decirte con presteza: ¡Gracias, Apóstol Santiago,
gracias por estar aquí, a nuestro lado!

Viene el peregrino andando a verte en tu pedestal,
y el camino horizontal con esfuerzo y con paciencia
día a día lo recorre y, al final, cuando ante Ti se postra,
¡Oh! Llega la mística pura, al elevarnos
en camino vertical que al cielo nos lanza,
y el hombre se siente
pleno de libertad y humildad amando a su Díos
presente en ti, que su enviado fuiste
en aquellos tiempos que perduran aún
en la simiente que cada día germina
dentro del corazón del creyente.

No dejes, Apóstol nuestro, de proteger
sin descanso al caminante que llega
a ver tu grandeza inmensa, y llena
sin premura y con paciencia
el corazón de esta humanidad doliente.

Llegue a lo alto nuestro ruego,
donde amarguras y tristezas cubres con tu manto,
amado entre los amados, y de tu mano
el perdón imploramos y la gracia.

Y como Hermandad de Jubilados,
en este encuentro de los encuentros,
te ofrecen el trabajo realizado,
su amor y dedicación plena, y te piden
que nos tengas muy seguros de sentir
el amor que tú sentías al amar a nuestro Señor.

Santiago de Compostela, a 5 de mayo de 2006

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