Índice de Documentos > Boletines > Boletín Agosto/Septiembre 2005
 
MIHURA CENTENARIO
 
Aseguraba Mihura -Miguel Mihura– que el humor es un capricho, un lujo; y precisamente él consumó el capricho de cultivar ese lujo, del que además vivió.

Aunque la crítica reconoce su genialidad en ´Tres sombreros de copa´, su pieza más genuina y ajena a influencias, escrita en 1932 pero estrenada veinte años después, Mihura no rehusó a proclamar que lo único que intentaba cuando escribía era ser comercial.

´A mí no me gusta escribir´, dijo. ´Y si, además, lo que escribo no tiene un destino inmediato, o un porvenir económico potable o no está asociado a un compromiso adquirido por alguna presión amistosa, el escribir me parece una ocupación sin ningún sentido´. De ahí que al recordar su decisión de dedicarse únicamente al teatro, tras su experiencia como guionista de cine y director de ´La codorniz´, concluyera que su interés era principalmente profesional. ´En resumen y para abreviar: había decidido prostituirme´.

Su nombre, a cien años de su nacimiento en Madrid el 21 de julio de 1905, reaparece tras el olvido de las últimas décadas en las que Mihura ha sido referencia nostálgica para generaciones mayores, sin conectar con una juventud que se distrae con mitos propios. Pero Mihura –del que el año pasado se editó un volumen con su ´Teatro completo´, anticipándose a la efeméride– fue un trabajador inteligente de la palabra que merece el acercamiento de todos los públicos. Su manejo del idioma le permitió salir airoso de juegos de palabras, paradojas y diálogos del absurdo.
Con Mihura, y ese era un modo de huir de tópicos y lugares comunes, era posible que un personaje inventara instrumentos musicales y le comentase a otro, como gran hallazgo, que iba a fundar una orquesta con instrumentos que no sonaran. ´¿Y tocará usted Lohengrin en esa orquesta?´, le preguntaba asombrado su interlocutor, a lo que el inventor respondía con seriedad: ´Naturalmente. Y Parsifal´.

 

 

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