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¡¡ NOS VAMOS DE VIAJE !!
 
Cuando llega el período vacacional a la gente le da por hacer viajes. Hasta aquí, todo normal. Tienen como una necesidad de viajar.

Dicen: “Tengo ganas de conocer nuevas cosas, nuevas culturas”. Y piensas: “Nuevas cosas, vale, pero ¿nuevas culturas?” Sí, claro. Por eso vamos a Holanda a ver la Casa Rosso, en el Barrio Rojo de Amsterdam, junto a los canales; o la zona nocturna de Pigalle, si es que vamos a París.

Cuando vamos de viaje todos somos muy cultos. La gente vuelve del viaje y conoce más el país donde ha estado que sus propios habitantes. Algunos vuelven y pueden hacer una rueda de prensa. De hecho lo hacen los sábados en la cafetería, cuando están con los amigos.
“¡Hola! Pues como os decía.
Yo he estado en la India y allí las personas son muy abiertas... te acogen en su casa... y viven de la tierra... porque los hindúes no son rencorosos... ¡eh!”. Y tú dices: “Una pregunta: ¿cuánto tiempo estuviste?” Y él: “No, solamente un rato, mientras el avión hacía escala”.

El asunto comienza en la agencia de viajes. Que, por cierto, si el mundo es tan grande, ¿por qué las agencias de viajes son tan pequeñas? Es que alguien lo tiene que decir: son muy pequeñas. Entras y no estás estrecho, estás envasado al vacío.
Yo creo que ya te van acostumbrando para que te hagas a la idea de lo que te espera en el avión. O para que el cliente no esté mucho tiempo. Porque hay quien solamente va a las agencias para llevarse catálogos. Claro, ir al kiosco te saldría más caro. Aquí te los regalan.
Les dices: “Quiero ir al Caribe, ¿tiene catálogos? Es que no tengo claro si ir a Asia, África América u Oceanía”. Le dijeron que sí y se llevó su cochecito Smart para cargarlo de folletos, que para eso lo usaba.

Hay otras personas que se montan el viaje ellos mismos y te sugieren con presumida veteranía: “Yo fui a Londres por mi cuenta. Soy de una manera de ser que llega el fin de semana y digo: nena, nos vamos a Londres y lo vemos todo en dos días”.
Y le pregunto: “ ¿Qué tal el Big Ben?”. Dice: “¿El Big qué?”. Big naranja, Big cristal y Big Ben.

También hay aventureros que se van al desierto para encontrar sosiego y equilibrio. “¿Qué tal el desierto?”, les preguntas. “Muy bien, muy bien, mucha tranquilidad. Hombre, cuando llevas un par de meses te resulta monótono”. Y el hombre estaba en medio del desierto del Sahara, desesperado, y seguro que estaba gritando: “¿A qué hora pasa el camión del Corte Inglés o Mercadona?”

A otros les pasa lo contrario: son los que prefieren los viajes organizados. Por ejemplo: si quieres ir a Italia puedes escoger entre Italia Clásica, Italia Bella o Italia Multicolor. La diferencia es que en Italia Clásica estás cinco minutos en Capri, que vas tan rápido que has de mirar las cosas a vista de pájaro. A Italia Bella pagas más y tienes diez minutos de Capri. Ya, por lo menos, te puedes recrear. “¡Qué guapo Capri!”. Y a Italia Multicolor, Capri se paga aparte.

Si quieres verlo todo, o sea, lo típico, turísticamente hablando, no hay nada como un viaje organizado, en aquellos autocares que vas tan calentito. Preguntas: “Conductor, ¿puede enchufar el aire acondicionado?” “¡Pero si el autocar está climatizado!”. Y piensas: Pues entonces es que debemos de ir todos calientes. Y ahora entiendes lo que le pasó a Ana Belén con el guía en la película La pasión turca. No era amor. ¡Era que el autobús estaba climatizado!

Los guías trabajan a precio concertado. Con frecuencia suelen ser antiguos campeones de atletismo, de los cien metros libres. “Pararemos un momento aquí en la Torre Eiffel. Pueden hacerse unas fotos... ¡¡Vale ya, suban, suban!!” Y gracias. “Un momento; oiga, déjeme enfocar, por favor” “No, no, que me cierran el Louvre” “¿Es que es suyo el Louvre?” “No” “¡Pues deje que lo cierren hombre!”. Todo el mundo protestando y peleándose.

Siempre surge la pareja aquella de catalanes a quienes sus hijos les han regalado el viaje por sus bodas de oro. Les ves en las pirámides y él lleva en la visera la leyenda: Videoclub el Peliculón. Que la goma era blanca y ya es de color caqui, por el sudor. Y la mujer: “¡Cámbiate la goma, hombre!” “¡Déjame estar... hace años que no me cambio la goma!” Y va filmando todo lo que le dice el guía. Y a la mujer: “Ponte aquí Rosita.. que no sales.. no... más para allá... ponte como las egipcias”. Y aquella mujer está hasta...cansada. “¡Ay!, Rufino, ja n´hi ha prou, home!”

Y el guía: “Este es el antiguo comedor del Faraón...”. Y el Rufino: “ ¿Y por qué no vamos al nuevo, que son las tres de la tarde?”

Por eso los catalanes y valencianos tenemos fama de viajar en función de los precios de los restaurantes que, previamente, te hayan recomendado. Te comentan: “¿Conoces el Cristo de San Climent de Taüll?” “No he estado, pero me han dicho que, al lado, por 12 euros, te ponen unas costillas de cerdo que te puedes morir de buenas que están”. Siempre de cara al precio del restaurante. Pero de eso hablaremos en otra ocasión.

 

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