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AL HABLA CON …

 

ANTONIO AURA IVORRA

 

Vicente Esteve

 

Antonio, vamos a mantener una conversación con ánimo de informar a nuestros lectores de lo que nos cuentes.

No creo que mi vida tenga nada de particular que pueda interesar a alguien, es normalita, pero, en fin, vamos a conversar.

Y así fue como empezamos: ¿Desde cuando estás por aquí?

Pues en este mundo estoy desde hace sesenta y un años y poco más, y con todo eso no lo conozco mínimamente. Nací en Benasau y pasé por La Nucía antes de llegar a la ciudad. Desde hace algo más de dieciocho años mi familia y yo residimos en Alicante, así que puedo decir que he pasado de “ser de pueblo” a “ser provinciano”, cosa que se nota a la legua cuando hablo. Mi acento me delata. Pero no me incomoda. Para llegar hasta aquí, antes tuve que prepararme para la vida. Como todos. Pero yo tuve la fortuna de educarme en los Salesianos de Alcoy, gracias a que mis abuelos maternos vivían allí y me acogieron hasta completar mis estudios de bachillerato. Regresé a casa con la opción de hacer el “Preu”, que cambié por cursar Magisterio por libre, en mi casa y trabajando en la empresa de mis padres. Estudié en la academia del pueblo junto con otros amigos de la infancia, con quienes sigo manteniendo entrañable amistad, consolidada con la fundación de la Penya L’Embolic, sin estatutos, acrecida con la incorporación de nuestras respectivas esposas, la venida de los hijos y últimamente de los nietos. Nos rige la anarquía, de ahí nuestro nombre, y sorprendentemente la cohesión se mantiene. Puede que seamos objeto de envidia. ¡Sana!, por supuesto. Llegué a ejercer, finalizados mis estudios, en un colegio privado de aquí, de Alicante, mientras preparaba oposiciones. De esa época guardo grato recuerdo de un maestro excepcional, don Agustín Santana. En su aula del colegio público de Ciudad de Asís hice mis prácticas bajo su dirección.

¿Y cómo fue “desembarcar” en la Caja?

 En 1969 se convocó una plaza para la oficina en Benidorm, y claro, tan cerca de mi casa, estabilidad en el empleo y mejor retribución… decidí presentarme, y aprobé. Mi ruta profesional ha pasado por Benidorm y Denia, donde estuvimos largo tiempo -allí se criaron mis hijos-, y Jávea, donde estuve yo solo, de tránsito antes de trasladarme a Alicante en mayo de 1988. De todos esos  lugares  guardamos gratos recuerdos y buenos

 

amigos, de los que aprendí lo que no había estudia- do: atención al cliente, práctica en operaciones bancarias, honradez profesional. Benidorm era… la escuela de la Caja, con un Director, mi jefe, por fortuna durante muchos años, a quien debo mucho de mi formación profesional y bastante de mi forma de pensar. Me refiero a Matías Mengual Grimalt. Con el bagaje que adquirí, en abril del 71 fui nombrado Director de una nueva oficina en Benidorm, la Urbana Avenida de los Almendros, y allí me forjé y adquirí temple. Todavía recuerdo a don Francisco Oliver presentándome en su discurso a los invitados al acto de inauguración -me llamó joven, que lo era, y fue muy generoso al detallar mi currículum-, y mi nerviosismo y el de algunos técnicos ultimando detalles e instalaciones aprisa y corriendo para que nada fallara en ese acto. Las premuras de última hora. Como siempre. Todo normal. Junto con Rosa y Alberto construimos los cimientos de lo que hoy es esa oficina. Además de mi esposa, claro está, que me permitió excesos laborales con tanta paciencia como la de Job. Fue una etapa muy dura, pero gratificante. De allí pasé a la Dirección de Zona de Denia y, desde 1984, durante tres años dirigí la Oficina Principal de Denia. Como representante de la Caja en el Patronato del Centro Asociado de la Universidad Nacional de Educación a Distancia tuve relación con personas muy admiradas por mí. Cito entre ellas al doctor Francisco Torrent Guasp, ya fallecido, cardiólogo de reconocido prestigio mundial. Invito a que se teclee su nombre en Google. Tras una muy breve etapa en Jávea, me incorporé a la Dirección de Zona de Alicante gestionando la Obra Social y posteriormente la tramitación de préstamos, especialmente los de VPO. Fui adscrito a Riesgos en la Dirección Territorial y posteriormente a la Dirección de Morosidad donde, en el 99, me nombraron Responsable del Centro de Tratamiento de Morosidad (CTM).  Cuando la unidad se trasladó a Barcelona tuve que realizar viajes esporádicos para formar al nuevo equipo. Finalmente y previa formación de un nuevo equipo, de lo que también me ocupé, se externalizó. Y ahí terminó mi labor profesional, de la que me siento satisfecho porque siempre me ha guiado la rectitud de intención. He procurado –no sé si con mucho o poco acierto- aplicar la máxima “fondo honesto y forma inteligente”  que  me enseñaron. Y creo haber cum-

plido con mi deber … y un poco más. No me arrepiento de nada.

Entonces, ¿cuándo te llegó la jubilación? Pues fue el 1º de agosto de 2005 cuando pasé a mi situación actual, que me permite hacer muchísimas cosas, hasta el extremo de comprender lo que decía un buen amigo mío: “no sé cómo tenía tiempo para ir a trabajar”.

¿Cuales son las aficiones que tienes y practicas?

 Muchas. Practico bastante el ciclismo, que me sienta muy bien y me mantiene en forma. Me alegra que el cardiólogo, reticente al principio por mi lesión, me lo autorice, lo cual es una suerte. Formo parte de un grupo, la mayoría compañeros jubilados, y otros en activo, que salimos los fines de semana. Llevamos todos el mismo uniforme, y si no fuera por esa curva de la felicidad que desca-radamente muestra nuestro cuerpo, podría pensar que la gente nos mira al pasar porque nos confunde con algún equipo de profesionales que se está entrenando por aquí. Pero no, no debo engañarme, en este deporte ya no tenemos mucho que hacer, aunque nos lo pasamos muy bien. Eso es cierto.

¿Y que otras actividades realizas?

Me gusta mucho leer, aunque soy algo, bueno, bastante desordenado en ello: llevo a remolque dos o tres libros a la vez y, a veces, me pierdo. El último descubrimiento ha sido El poder del ahora, de Eckhar Tolle, que me recomendó Pascual Bosque. Me agradan García Márquez, Azorín, Sánchez Ferlosio, Zola y especialmente Augusto Monterroso. Conocer a Dios, de Deepak Chopra, me hace pensar. Releo los ensayos de Alfonso Reyes, que me parece un genio, y me encantan los relatos de Ángeles Cáceres y los artículos de Umbral … bueno, como ves, una “rebolica”.

 

¿Vienes con frecuencia por la Asociación? Pues sí. Asisto a las sesiones de magia auspiciadas por el Mago Vicente, que me alucinan, aunque soy un patoso a la hora de intentar que mis palabras mágicas realicen el milagro. Pero todo se andará. Debo espabilar porque tengo dos nietos. Colaboro con Francisco Bernabeu en los Foros de Debate, que funcionan, debo decirlo, gracias a su dedicación, empeño y entusiasmo. El grupo coordinador, al que recientemente se ha incorporado Pepe Martínez, se reúne los martes y viernes para revisar contenidos y aportar sugerencias. Me gusta escribir y colaboro con el Boletín desde antes de mi jubilación con un artículo mensual, y con el “Llibret de Festes” de mi pueblo en las fiestas de agosto. Como ves, tengo futuro. Pero, en serio, es una afición que me llena, me mantiene despierto y me obliga a leer con espíritu crítico. Puedo decirte que no tengo tiempo de aburrirme y que, a veces, necesito mirar la agenda para no comprometerme demasiado. Creo que ahora que el tiempo es mío, tengo que llenarlo con aquello que me satisface; ello me obliga a cuidar mi salud, de cuerpo y espíritu, para sentirme bien y transmitir ese bienestar a los míos, que son mi familia, mis amigos y aquellos con quienes me relaciono. Cumplido eso, colaboro en lo que me gusta y a estas alturas ya no estoy para agobios, pues mi médico dice que son nefastos. Con todo lo que te he contado, y acompañado como estoy por mi familia y amigos ¿qué más puedo pedir? Me siento feliz y agradecido. Solo deseo que dure. Ah, y me encanta ver a mi alrededor gente sonriente.

Pues con un fuerte apretón de manos y una sonrisa sincera nos despedimos de Antonio conociéndole un poco más.

 

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