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                                  SAN VALENTÍN

 

    Antonio Aura

 

 

¡Hay que ver! ¿En qué estaré pensando hoy martes 13 de Febrero, que me ofusca la mente? Difícilmente escribo una línea. Y es que mañana, los establecimientos comerciales que se precien, que son casi todos, celebran el día de San Valentín. Y para que lo celebremos con ellos, - las alegrías deben compartirse - ya se han ocupado con suficiente antelación de enviarnos a casa sus sugerencias para obsequiar a nuestras respectivas parejas. No por nada; simplemente para evitarnos quebraderos de cabeza. No sea que se nos olvide y tengamos un serio contratiempo. 

 Se trata de dejarse ayudar: Los grandes almacenes te lo ponen fácil: Desde una flor hasta un viaje, no hay problema. Tú “tira de tarjeta”, que es muy sufrida, y ya está. ¡Ay, si Valentín levantara la cabeza…!  Él, según la tradición, consagró su vida al sacerdocio allá por el siglo III de nuestra era, convenció al emperador de las verdades del cristianismo pero… a pesar de eso no se libró del martirio. Calpurnio, prefecto de Roma por entonces, fue el instigador. Historia y leyenda se confunden en la noche de los tiempos: Se cuenta que para dotar sus ejércitos convenientemente, el emperador prefería reclutar a los solteros. Pese a ello, y porque posiblemente simpatizó con el hijo de Afrodita, Eros, conocido en Roma con el nombre de Cupido, Valentín casaba a parejas jóvenes en contra del criterio del emperador. Por ello fue ejecutado un 14 de Febrero del año 269. El Papa Gelasio I  consagró ese día a su memoria 227 años después (hay que poner fechas) 

Pues bien; su fama se extendió con el tiempo y ya en los siglos XVII y XVIII arraigó su celebración en los países anglosajones especialmente. Desde Gran Bretaña se exportó la costumbre a los Estados Unidos en el XIX. Y hoy en día -globalización y marketing tienen mucho que ver- se extiende por todo el mundo casi sacralizando lo mercantil, que es lo que nutre al sistema; los grandes comercios crean las modas y los gustos y la gente satisface la “necesidad”, si puede. Y así se funciona. Y todo esto desde las antiguas fiestas romanas en  honor  al  dios  de  la  fertilidad, (¿época  e

 

celo?) que transmutaron en celebración religiosa y de ahí, algunos siglos después, en envío masivo de postales en algunos sitios, flores en otros, chocolates y bombones en otros, o románticas cenas… (me temo que todo esto último no debe ser práctica habitual en el tercer mundo). Comercio en suma que, eso sí, suele acompañarse de una fuerte y sincera carga amorosa, que a fin de cuentas es lo que vale. Sin duda, decir “Te quiero” de vez en cuando, mejor si es a menudo, es muy saludable. Para ambos dos. Aunque sea, y esto es lo de menos, con una rosa virtual roja bajada de Internet, que es lo mismo que decir “cedida gratuitamente”, pero rosa al fin y al cabo.

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