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San Javier y la música

 

Miguel Gallego Zapata

 

Me encontraba presenciando las audiciones de fin de curso de la Escuela Municipal de Música en el patio del recientemente inaugurado Conservatorio Profesional de Música de San Javier, atraído por la actuación de mi nieta Huertitas, alumna del mismo, y no podía sustraerme a la emoción al ver cantar y moverse a niños tan pequeños: “Hay un colegio en el fondo del mar”, “Había una vez”, “Ven caracol” y “Debajo un botón”, “Música y Movimiento I y II”. Estaba al piano Juan Diego Rosique, profesor del Conservatorio y director de la Masa Coral de los Alcázares, tan buen amigo como gran profesional.

A continuación los alumnos de percusión Abel Marín Bernabéu, Alma Pardo Rivera, Alberto Pedreño Calderón, María José Gómez Chillón, David Pérez Albaladejo, Sofía Cruz Lozano, Gonzalo Pérez Albuixech, Inmaculada Egea Jiménez y Manuel García Aranda, bajo la dirección del también profesor Enrique González. Dieron un recital que arrancó, con la emoción que nos embargaba, fuertes aplausos de admiración.

Digo emoción, sí, emoción, porque las gentes de por aquí no acabamos de percatarnos de la importancia que un Conservatorio profesional de música tiene para nuestra comarca.

Me estoy refiriendo a la actuación del 21 de junio, pero otro tanto ha venido ocurriendo durante los días anteriores, en los que en un zaguán de nuestro Ayuntamiento, los jovencísimos estudiantes de este Conservatorio, que ya supera los cuatrocientos alumnos, nos han deleitado con el manejo de los más diversos instrumentos musicales, apoyados por sus más de veintidós profesores. Disponen de 700 metros cuadrados en los que se reparten 17 aulas y otras dependencias en un edificio recientemente restaurado, a lo que haré referencia en otra crónica que tengo preparada con motivo de los 80 años de su inauguración oficial, que fue el tres de diciembre de 1927, festividad de nuestro santo patrón San Francisco Javier.

He admirado siempre con “santa envidia” la afición musical de los pueblos de Valencia y Alicante y de sus famosas bandas de música, he sido testigo de cómo una y otra vez, los músicos de ambas zonas, salvo honrosas excepciones, se hacían con las plazas que salían a concurso para cubrir vacantes en la Banda de Música de la Academia General del aire de San Javier, compuesta hoy, y casi siempre en su mayoría, por gentes de ambas provincias.

Si como espero y deseo, se le sigue prestando el apoyo que un ente de esta categoría merece, en un futuro próximo San Javier podrá erigirse como la Capital de la Música, como ya lo es de los Deportes, la Justicia y un largo etcétera.

 

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