Cesa el rayo en sus intentos
de alumbrar el día con descargas
que, rasgando el cielo metro a metro,
cubre ese cielo de destellos y de llamas.
Suena, discreto, algún cuclillo
oculto, por su timidez, entre la valla.
Su voz, apenas un murmullo,
al menor ruido siempre calla.
En cuencas que vierten a riadas
se abren mil tejas en lo alto
llenando con el fruto de sus aguas
el aire, la tierra, el asfalto...
Se oye, de pronto, un gran silencio
que anuncia la tormenta que se aleja
en pos de otro campo mas sediento
que admita sus aguas sin protesta.