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Vicente Esteve

   AL HABLA CON...
MANUEL CERDÁ DAVÓ
(por Vicente Esteve)


Las entrevistas que se realizan durante los meses de verano son las más “refrescantes”. Siempre se hacen en una terraza y con una horchata de chufa para mitigar los rigores del calor. Ésta no podía ser una excepción y una vez decidido el local para nuestro encuentro se desarrolló todo lo aquí reflejado, bueno, casi todo, porque seguro que alguna cosa se habrá quedado en el tintero. ¿Qué nos dice nuestro nuevo Vocal en la Junta Directiva?
– Pues que, efectivamente, en la última Asamblea General fui nombrado vocal de Asuntos Sociales sustituyendo a Paco Mira (al que conocí en el viaje a las capitales bálticas) seguramente por mi condición de abogado, para colaborar siendo uno más en aportar nuestro “granito de arena”, poniéndome a disposición de los compañeros que lo necesiten.

Precisamente los compañeros quieren conocerte un poco más. ¿Qué nos cuentas?
 – A modo del guión de aquel programa televisivo “Esta es su vida”, decir que nací en octubre de 1946 en Tarragona siendo mi padre guardia civil y en apenas cuatro años la familia se “paseó” por Alicante, Ibiza, Palma de Mallorca, Torrent y Valencia, donde se asentó e hice mis estudios primarios, el bachiller y comencé Magisterio en la antigua Escuela Normal de las Torres de Quart. En Valencia mi padre se licenció de la guardia civil y, como técnico en electrónica, pasó a trabajar en la Base Aérea de Manises en telecomunicaciones y, además, en la empresa Radio Castilla reparando aparatos de radio y televisión. Como nuestras raíces están en Hondón de las Nieves, siempre quisieron vivir cerca, a ser posible en Alicante capital, por las posibilidades de estudios y trabajo para sus cuatro hijos. En el año 1962 se anunció que la televisión iba a poderse ver en Alicante y mi padre solicitó y obtuvo el traslado a la Base Aérea de Rabasa donde estaban las emisoras y radares militares. Finalizando el verano de dicho año nos vinimos para Alicante, a un piso del edificio de los “ciegos” en el Paseo de Soto, y trasladé mi matrícula a la Escuela Normal de Magisterio ubicada en General Marvá, que hace años derribaron y todavía hoy es un solar. Primero compaginé los estudios y después el trabajo en varias academias privadas y en el Colegio Salesianos con la ayuda a mi padre que, además, había montado un taller de varios Servicios Oficiales de reparación de electrodomésticos y televisión. Por entonces mi hermano menor se había incorporado al taller, y como eran los años en que proliferaban las oposiciones para Bancos y Cajas, con mejores sueldos que en la enseñanza, fuimos muchos los maestros de Salesianos, Maristas, y de otros colegios, los que dimos el salto.

Y entraste en la CAPA.
 – Pues sí. Aprobé la oposición y empecé a trabajar en septiembre de 1972 en el edificio de la Torre Provincial en la Rambla.

Recuerdo una anécdota en los exámenes de la oposición: el último día, D. Francisco Bernabeu Alberola (e.p.d.), llamó uno por uno a varios opositores y en su mesa intercambiaba unas palabras. Dijo mi nombre y al acercarme me dice que si yo, maestro, pretendía trabajar en la Caja sólo por ganar más dinero. Sin dudar le dije que no, que yo quería seguir estudiando con afán de superación profesional, y concluyó “Bien, ya veremos, vuelva a su sitio”. Me destinaron a Asesoría Jurídica, quizás porque había puesto en el currículum que había preparado oposiciones para el Cuerpo superior de Policía. Aquí empecé a leer normas, contratos, boletines, escrituras, expedientes, hacer informes, minutas, etc., y decidí estudiar Derecho. Siempre conté con el apoyo personal, formativo y profesional de mi jefe don Francisco Alcaraz Baró (e.p.d.), y con la ayuda de la Entidad, que se me hizo patente de forma material y personal de sus directivos en la atención y deferencia propias del afecto con el que siempre me distinguieron, en especial los Srs. Compañ, Vicente Llopis, Navas, entre otros de una larga lista, a quienes ruego disculpas por su omisión u olvido, siendo mi deseo hacer público mi reconocimiento y gratitud a todos ellos.

En la CAPA, además, tuve el honor de representar a los compañeros en los Órganos de Gobierno durante los periodos establecidos de varios años como miembro de las Comisiones, primero de Control y, posteriormente, de Obras Sociales. Fechas antes de la fusión con Caja Mediterráneo me trasladaron al Departamento de Personal, Unidad de Relaciones Laborales, adscrito en “tareas varias” pero tuve que especializarme en operaciones crediticias a los empleados, dado el volumen de peticiones, hasta que me llegó la prejubilación. En cuanto a mi vida familiar te diré que me casé en abril de 1973 y, hasta cuatro, fueron viniendo hijos, dos chicos hoy ya ingenieros y dos chicas también ya licenciadas, todos ellos con trabajos estables. Este último año, los dos mayores casados nos han ampliado la familia con dos nietos que nos llenan de satisfacción, orgullo y felicidad.

Y después de la prejubilación ¿qué?
– Pues mi mujer, pese a estar laboralmente en activo, se ha incluido en el turno rotatorio de los abuelos para el cuidado de los nietos y me ha fichado como “suplente y colaborador” para ayudarle y cubrir sus ausencias en esas “jornadas continuas” e intensísimas que requieren los nietos y que nos “pagan” con sus gratificantes miradas, sonrisas e incipientes balbuceos. Además quiero seguir haciendo deporte, como siempre he hecho; en fútbol fui campeón infantil en Valencia con el Atlético Patraix en una final ganada en el antiguo campo de Vallejo; en el servicio militar con el equipo de balonvolea del regimiento San Fernando de Alicante fuimos campeones de la 3ª región Militar compitiendo en un acuartelamiento del Paseo de la Alameda en Valencia, por cierto, que en el equipo ejerció de capitán nuestro Toni Gil, con quien coincidí en la mili, como recordará. Hace algo más de diez años me aficioné a la mountainbike que practico de forma habitual con un grupo de amigos  simultaneándola con el senderismo  y, desde hace poco, también con la sección del grupo Cam, aunque de forma muy ocasional pero que no quiero dejar, y que trato de compensarlo con el “senderismo urbano” y diario que con mi mujer compartimos con nuestro “mejor amigo del hombre”. Al comienzo de todos los veranos hago el propósito de coger el hábito de practicar la natación, correr, utilizar los aparatos de gimnasia que todos tenemos en casa, o apuntarme a un gimnasio, pero siempre se queda en eso, en propósito, pues empiezan los torneos de fútbol por la tele y el deporte que más practico es el “sillón bol”… ¡ya veremos si este año lo consigo!

¿En qué otras actividades dedicas tu tiempo libre?
– Soy aficionado a la lectura, que por otra parte me viene impuesta diariamente con el estudio, me gusta el cine de entretenimiento y de la televisión sólo los deportes y reportajes de naturaleza y medio ambiente. Coger el coche, o en tren, y solo con mi mujer o con amigos solemos pasar un día o fin de semana en otras ciudades. Esto sin perjuicio de otras excursiones que tenemos instituidas, como viajes anuales, por ejemplo a Madrid en fechas anteriores a Navidad para pasear e ir al teatro, o en primavera a Cazorla o las Lagunas de Ruidera para hacer bicicleta o senderismo relajante. El Camino de Santiago andando, o en bicicleta, es un proyecto repetido y deseado, pero todavía pendiente, aunque hace unos años ya hicimos un tramo en coche. Con la prejubilación me asocié con mi mujer, Carmen Serrano, en JubiCAM y participamos en todo lo que podemos en especial en los gratificantes y espléndidos viajes, aunque sean de un solo día.

Para terminar, ¿quieres contarnos algo más?
– Ultimando esta presentación, reiterar mi ofrecimiento de colaboración y ayuda a los compañeros y que, aunque despacho y familia ocupan diariamente mi tiempo, tengo el empeño de poder utilizar alguna parte de él cada día, o al menos algún día suelto a la semana, para hacer ejercicio y algún deporte que me permitan mantener la mejor calidad de vida posible, tanto física como mentalmente, cumpliendo ese lema de “poca cama, frugal plato y mucha suela de zapato”.

Pues nada amigo Manolo como ya tenemos que despedirnos vamos a cumplirlo, y dejando el confortable sillón y apurada la refrescante horchata, marchemos andando hasta nuestros respectivos domicilios desgastando calzado.

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