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Vicente Esteve

   AL HABLA CON...
LUIS LLOPIS DOMENECH
(por Vicente Esteve)


En nuestro local social mantuvimos una conversación con el Vocal de L’Alacantí sobre temas de rabiosa actualidad y sus opiniones personales me han parecido muy interesantes y las dejo aquí reflejadas.

Nucleares ¿sí? Nucleares ¿no?
– Pues si te contesto con el corazón: No, pero si lo hago con el cerebro: Sí, pues considero que son necesarias las de nueva generación. Los franceses exportan este tipo de energía con total seguridad. Nos evitaría la alta dependencia del petróleo. El problema son los residuos, que no se sabe qué hacer con ellos pero media humanidad está en la misma tesitura. Las energías alternativas no tienen la capacidad suficiente para suministrar el constante aumento de la demanda. Las eólicas afean las zonas donde se implantan y chocan con la conservación del medio ambiente.

¿Te vas a vacunar contra la gripe A (H1N1)?
– Desde luego que No y te digo mis razones de peso para esta negativa tan rotunda: No tengo confianza en que las pruebas que se están haciendo sean eficaces porque se está forzando demasiado su salida al mercado y no se sabe si tendrá efectos secundarios. Por otro lado, la población de riesgo tiene el sistema inmune debilitado y su reacción a la vacuna puede ser peor. Por último te diré que no se han confirmado los peores temores pues en el Cono Sur, donde el invierno toca a su fin, han superado la prueba sin vacuna y en Argentina, donde la propagación ha sido inmensa, la mortalidad es inferior a la de la gripe estacional.

Y los “brotes verdes” ¿los percibes?
– Cuando analizo de dónde venimos,  -la situación de hace poco más de un año con quiebra total del sistema económico y financiero, hundimiento de Lethman Brother, se temía perder los ahorros depositados en bancos y cajas- de ahí a donde estamos hay un gran paso; hay algo más que brotes verdes. Todavía hay pérdidas de empleo pero hay que reconocer que países como EEUU, Alemania y Francia, ya se están recuperando. Aquí la crisis se inició más tarde y es lógico que la recuperación sea más tardía pero hay que ser optimistas y pensar que, más temprano que tarde, llegará.

¿En qué consiste, para ti, la felicidad?
– Pues leí, y estoy de acuerdo en ello, que es la ausencia de dolor. No necesariamente el dolor físico sino de toda índole. Dentro de los cánones normales de relaciones familiares y de amistad la convivencia sin sobresaltos; de tipo salud, económicos… se acerca mucho. El Nirvana  -estado supremo- nunca se alcanza y nunca sería la felicidad porque siempre te estaría exigiendo más para llegar al Todo.

¿Cómo “anda” tu cerebro?
– Afortunadamente bien, aunque es uno de mis temores pues he tenido en casa a mi suegro con Alzheimer profundo viendo cómo no reaccionaba a nada. Siempre he sido de la opinión de que los daños físicos son más superables que cuando lo que falla es el cerebro. Con el sufrimiento añadido de los demás. Físicamente me encuentro bien y hago mi gimnasia repetitiva para mantener todos los órganos perfectamente.

¿Qué te hubiera gustado ser?
– Lo que en su día incluso comenté con mi padre: Oficial de la Marina Mercante. Con mis 17/18 años me atraía el mar y la soledad no me pesaba. El problema fue que los estudios se realizaban en Galicia y en los años cincuenta una familia como la mía no los podía costear.

Y ¿qué ha sido lo mejor que te ha pasado en la vida?
– Mi mujer dice, y yo con ella, que nuestro matrimonio.

Con el amigo LuisDel resto de tu vida ¿qué nos cuentas?
– Soy alicantino de nacimiento, allá por diciembre de 1936 en plena guerra civil. Años difíciles para nacer, sin médicos ni pediatras. Fui a la escuela primaria de Don Varó, donde coincidí con muchos niños, compañeros más tarde en la Caja, y de allí pasé a la Escuela Profesional de Comercio. Hice el Peritaje y el Profesorado Mercantil, que era de las pocas cosas que se podían estudiar aquí además de Magisterio, ya que las universidades estaban fuera y las circunstancias económicas no lo permitían. Hice Milicias Universitarias y en 1956 acabé mi vinculación con el ejército. El 1 de abril de 1958, con poco más de 21 años aprobé la oposición como Auxiliar Administrativo en la CAPA  y  pasé por varios destinos. El 17 de diciembre de 1962 me casé con la también alicantina Mª del Carmen Carratalá Gisbert, mi novia de toda la vida. Al año nació nuestro primer hijo, Luís Manuel, y poco después inicié mi experiencia profesional fuera de Alicante capital comenzando por la inauguración de la oficina de Denia, en la que coincidí con Antonio Timoner (d.e.p.), mi amigo de siempre, que venía del Banco Bilbao. Allí nació mi segunda hija, Cristina, y también ocurrió lo que marcó nuestra posterior vida: el fallecimiento de nuestro hijo. Me llamaron del colegio porque estaba sentado y no podía andar; lo llevé a casa y un médico amigo me pidió que lo llevara urgente a especialistas. En el Perpetuo Socorro de Alicante falleció, el 7 de marzo de 1969, a los 17 días de ingresarlo. A partir de entonces ya nada fue igual, se nos caía la casa encima, por la calle nos preguntaban por nuestro hijo y volvíamos llorando. Pedí el traslado y a los varios meses se abrió una oficina en Villajoyosa y fui como Director. Allí coincidí con el “vilero” Pepe Llinares. Sufrimos uno de los primeros atracos a mano armada. Como anécdota recuerdo que el atracador nos hablaba de usted y dejó sus huellas por todas partes. Fuimos a varias ruedas de reconocimiento y a los años nos llamaron porque iban a juzgar al atracador. Era un guardia civil del puesto de Altea y usó su arma reglamentaria (lo tenían dentro de casa) por lo que les costó descubrirlo. Según supe al tiempo, había sido expulsado del Cuerpo por cometer otras fechorías. Aquí nació Manuel Alfredo, nuestro tercer hijo, quien nos ha dado un nieto, Mario, ya de un año, que junto con los dos de Cristina, Vicente de cinco años y Carmen de tan solo unos meses son nuestra mayor alegría y dos o tres veces a la semana hacemos de guardería… vamos, como casi todos. Pasé por Callosa de Ensarriá y San Juan antes de volver a Central al departamento de Inversiones, con Pepe Rubio (d.e.p.). Asumí el reto de la puesta en marcha del sistema electrónico de Medios de Pago partiendo de cero y en el que hubo que crear, distribuir tarjetas, datáfonos, cajeros automáticos, modificación de programas informáticos, etc. Fue muy complejo y así lo reconoció mi jefe inmediato Antonio Compañ Villalba. Volví a Inversiones como Jefe de Préstamos y… vino la fusión. Me integré como subdirector del departamento Seguimiento y Recuperación de Créditos y… en el año 1993 con 57 años y 35 de servicio, me prejubilé. Como fui el representante de CAPA en la Sociedad de Garantías Recíprocas, donde coincidí con el de CAM, Alberto Hernández, fui un prejubilado-activo pues me mantuve aquí no ya como Consejero sino como Apoderado hasta que cumplí los sesenta y cinco años. Me afilié a JubiCAM y a propuesta de Antonio Compañ me integré en su Junta Directiva como Vocal y aquí sigo.

Después de tanta actividad ¿cómo es hoy tu día a día?
– Vivo en el campo, en una parcelita que compré en Muchamiel que me ocupa y me entretiene a diario; siempre hay cosas que hacer en el jardín, la huerta o los árboles frutales, limpieza de piscina, etc. Se ha quedado muy cerca del casco urbano por la expansión que últimamente ha tenido el pueblo. Cuando nos retiremos de la naturaleza volveremos al piso que tenemos en Alicante. Soy un negado para la informática, siempre digo que he llegado tarde a las nuevas tecnologías pero esa excusa es solo para acallar la conciencia, pues la verdad es que no he tenido voluntad para introducirme. Lo sustituyo por la lectura que es mi debilidad junto con los paseos matutinos y vespertinos con mis dos queridas…perritas.

Se ha hecho un poco tarde y, hasta que llegue a su casa de campo, seguro que son muchas las cosas y personas que están esperando a que nuestro entrevistado les dedique su tiempo libre que tan merecidamente ahora tiene.

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