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Demetrio Mallebrera Verdú

A corazón abierto
(por Demetrio Mallebrera Verdú) 

LA REVOLTOSA


     Así se nos muestra a muchos la vida: revuelta, enredada, agitada, alborotada y a veces hasta sediciosa, que se revuelve uno contra todo lo que está pasando sin entender determinados silencios, y se ve rodeado de iguales que no pasan de morderse la lengua y apretar el mentón. Es interesante la palabra Revoltosa, escrita en mayúscula porque se trata, probablemente, de la mejor zarzuela, que es un género lírico musical más español que las plazas de toros (no digo los toros, por si acaso), compuesta por el villenense Ruperto Chapí, a quien quería hacer una pequeña evocación antes de que acabara el año del centenario de su fallecimiento. Y no para acordarse de un gran músico cercano geográficamente, sino para, una vez más, poner el dedo en la llaga y sentirse enrabietado cuando ve que son tan pocos los que se acuerdan de las personas que lo dieron todo, incluida la vida, a su vocación, a su oficio o a su afición. Y aún más en el caso de un compositor (peor aún en un libretista) que “cede” su verdadero protagonismo al intérprete, aun a sabiendas de que son los dos (o los tres, o los equis si contamos a la orquesta y a su director) los que te atrapan con su historia, con sus textos, con sus gestos y su encendido canto, hasta emocionarte y conmoverte por dentro. Esa facultad, que es arte, tiene que ser revoltosa ya en partitura.

     No vamos a entretenernos en la chulería y el fingido desdén que muestran la Mari Pepa y el Felipe de su vida, que ya hay que saberlo hacer bien para engancharte desde el principio, diremos que aún es considerada hoy como una producción cumbre, en el decir del compositor Saint-Saëns quien, levantándose de su asiento, en los aplausos finales, dijo impresionado: “¡Viva la música española!”, y añadió en una entrevista: “Ustedes, los españoles, deben sentirse orgullosos de que un artista como el creador de La Revoltosa les preste el concurso de su talento”. ¿Su talento? ¿No le suena, amigo lector o amiga lectora, a eso que creemos que tenemos nosotros y que ignoramos en los demás? El escritor Eduardo Muñoz también escribió: “Obra portentosa. Desde Mozart acá no se da un ejemplo de fecundidad musical tan grande, unida a tan fino ingenio y a tan sólido y profundo saber”. ¡Y pensar que lo teníamos aquí al lado, y en tantas calles, plazas, monumentos urbanos y esculturas particulares, en el nombre de los teatros, conservatorios y salas de audición o interpretación, ¿verdad?! Pero cuidado con lo que viene ahora (del mismo autor): “Cada obra de Chapí inicia un derrotero diferente, y siempre ateniéndose a las situaciones que ha de describir”. Eso es tanto un elogio como un reproche. Porque también tuvo que poner su música espléndida a obras sin apenas argumento, pero que a veces le dieron mayores emolumentos.

     Espero que el lector me disculpe si he abusado de La Revoltosa porque nos sirve para hacer algunas reflexiones y tuvo interesantes elogios; pero usted puede tener otra obra favorita de nuestro compositor, pues escribió 155 zarzuelas, la ópera Margarita la tornera, y piezas de música de cámara, sinfónica para canto y piano y, además, fue uno de los fundadores de la Sociedad General de Autores de España. Él no fue hijo de un maestro de capilla como Mozart sino de un humilde barbero de Villena, quien le enseñó a tocar y a familiarizarse con el solfeo con una guitarra. El “chiquet de Villena”, que así era llamado en la escuela de música cuando lo admitieron, se dejó llevar por la agitación de su sangre envenenada de música y, escondido en un rincón, escribió la romanza Amapola que dedicó a quien luego llegaría a ser su esposa y hasta se atrevió con una polca. Empezó tocando el flautín porque era instrumento apto a sus pequeños dedos, de ahí pasó a dominar el clarinete, el trombón, el bombardino…, pero sin querer destacaba como un precoz compositor hasta que se llevó un premio en Bocairente con la obertura Un sueño, incluso le pidió a un amigo que le hiciera la letra para una zarzuela (La estrella del bosque) que, según su biógrafo Ángel Sagardía, nunca se estrenó. El cornetín fue el instrumento con el que consiguió unas oposiciones que le llevaron a Madrid. Allí se casó con Vicenta Selva -su Amapola- y tuvieron 7 hijos, que serían revoltosos cuando les tocara serlo. Como él siempre.

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