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¿TE VES EN LOS DEMÁS?

(por Matías Mengual)

Matías Mengual


     Tengo entendido que viéndote a ti mismo en todas las personas con las que te encuentres como una prolongación de ti mismo disminuye tu vanidad. Como personalmente y con relativa frecuencia lo practico, llegué a percibir que “abrazando a los demás” mermaba el protagonismo de mi ego. Percepción que me estimuló a frecuentar la práctica.

     Bien es cierto que todavía no puedo asegurar que de vanidad no me queda nada, pues, aunque creo haberla arrinconado, todavía sigo viéndola como prolongación mía en algunas personas, a las que ahora acepto y, antes, no. También esto significa para mí una satisfacción estimuladora al conseguir que, por muy evidente que resulte la vanidad en otra persona, no la critique, incluso mentalmente. Recuerdo que la primera vez que intenté verme en otra persona descubrí que yo mismo no sabía que era vanidoso, o por decir lo mismo sin escrúpulos, me di cuenta de cómo y en qué me creía superior al otro. El afán excesivo y predominante de ser admirado propio del vanidoso desaparece al ver en otra persona los mismos vanos esfuerzos que uno mismo está haciendo en ocasiones. Debí de avergonzarme, supongo.

     La técnica de ver una prolongación tuya en los demás nos exhorta a que apreciemos el valor de la humildad, y es uno de los muchos regalos que ofrece el Tao Te Ching en su capacidad de ampliar nuestra mente, especialmente debido a la manera en que Lao Tse plantea conceptos paradójicos y mordaces para ilustrar la forma en que debemos ver la vida. Así, para cuando se plantea una situación en la que parece que hay que actuar, Lao Tse nos pide que pensemos en la posibilidad de no hacerlo; o si sentimos que la ambición nos va a ayudar a lograr lo que deseamos, nos aconseja una actitud pasiva y paciente.

     En consecuencia, uno piensa que Lao Tse fue un verdadero profeta, ya que, después de veinticinco siglos, seguimos teorizando sobre los dos modos de conocer básicos, el inferencial o dualista, y el íntimo, directo o no dual. Con la dichosa dualidad, ¿podríamos saber que una persona es alta sin que un sistema de creencias establezca el concepto de “bajo”? Lo bueno y lo malo son dos aspectos de algo que es único; ¿sí o no? ¿Percibiríamos las cosas como un destello de la perfección de la unidad coexistiendo con la aparente dualidad, donde los opuestos son simplemente productos de la mente humana? ¿La vida y la muerte son la misma cosa, porque sin una de aquellas la otra no existiría?

     Lao Tse nos recomienda adentrarnos en el mundo de la unidad siendo conscientes de la propensión que tenemos a clasificarlo todo como bueno o malo, correcto o incorrecto. La dualidad es un juego mental. Los diferentes modos de conocer corresponden a diferentes niveles de conciencia, y nuestra identidad personal se relaciona íntimamente con el nivel de conciencia desde el cual y sobre el cual operamos.

     La mente no es en modo alguno diferente de ti; en un sentido muy especial, la Mente es en realidad lo que en este momento está leyendo esta página.

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