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Vicente Esteve

   AL HABLA CON...
JUAN ANDRES SANCHEZ GUTIERREZ
(por Vicente Esteve)


Cuando me enteré del cargo que desempeña en la Junta Directiva me dije: ¡que nos lo cuente!; y así nos lo explica el Vocal “Asesor de Gestión de Datos”:
– Los programas informáticos que implementé en sustitución de los anteriores ya obsoletos, que usan en sus tareas diarias tanto Secretaría como la Vocalía de viajes, están adaptados a sus necesidades. He ido modificando y ampliando lo que me iban pidiendo y a veces me tenía que sacar del apuro mi yerno, que es ingeniero informático, pero los usuarios, creo, están contentos y a ellos te remito. Por mi colaboración se creó la Vocalía y al pedirme que yo mismo le pusiera nombre no se me ocurrió otro que se adaptase más a la realidad de mi labor. Soy el primer vocal que desempeña este cargo y estoy a punto de una renovación para continuar, pues aunque el sistema funciona bastante bien siempre hay ampliaciones y mejoras y alguien tiene que ocuparse de que siga así.

    

¿Cómo fue integrarte en la Junta Directiva?

– Emilio Galiana informó al actual presidente, Pepe Barberá, de que el programa que utilizaban en la Asociación era antiguo y, en un viaje, me “captaron” para la causa, pues conocían que estando en activo trataba datos para el control de las cuentas de Gastos e Ingresos a través de programas que yo diseñaba. Incluso mi jefe del área de Contabilidad, José Antonio Mendoza, me pidió un programa para gestionar las vacaciones y otras incidencias del personal a su cargo.

  

¿Cómo te tomaste la prejubilación?

– Estupendamente, pues cuando salió la primera “tanda” yo estaba en capilla y me quedé con verdaderas ganas, así que cuando cumplí el requisito de la edad y salió de nuevo la oportunidad de prejubilarse fui el primero en solicitarla y se me concedió; al cumplir los sesenta años pasé a la situación de jubilado parcial y actualmente estoy jubilado total.

Y antes de llegar a estas situaciones ¿por dónde pasaste?
– Siempre digo que mi vida ha estado marcada por la prematura muerte de mi padre y no he tenido más remedio que vivirla en lo que llamo “el plan B”. Nací el 8 de agosto de 1943 en Santander, actual Comunidad de Cantabria, y tengo un hermano menor que también viVe en Alicante. Mi padre fue funcionario y lo tras- ladaron aquí siendo yo muy pequeño. Estudié el Bachiller en los Maristas, donde, sin falsa modestia, fui un estudiante destacado. Entré el mismo año que se inauguró el nuevo edificio que estuvo en la avenida de La Estación (antes había sido cuartel de la Policía Armada) y durante muchos años conservó la misma fachada. Hoy son pisos. Coincidí con brillantes compañeros de clase como el actual rector de la Universidad Miguel Hernández de Elche, Jesús Rodríguez Marín, o Carlos Mazón, hematólogo y político honesto donde los haya, desgraciadamente fallecido, y con el decano de la Facultad de Medicina, Juan Caturla, que hoy es mi cardiólogo de cabecera. Estando en Madrid estudiando 4º curso de ingeniería en Telecomunicación falleció mi padre y lo tuve que dejar, porque la pensión de viuda de mi madre no daba para tanto. Hubo que buscar el medio de vida y me presenté a oposiciones en la Caja del Sureste y ya para entonces había conocido en Alicante a una chica, Francisca Ghiloni que, por coincidencias de la vida, también es santanderina. Nos casamos el 18 de marzo de 1970 y tenemos una hija, la mayor, que ya nos ha dado un nieto en abril de este año, y un hijo. Ambos han cursado la carrera de Estadística en Alicante aunque el pequeño la acabó en la Universidad de Elche. En 1974 ingresé en la CASE y mi primer destino fue la urbana de Alfonso el Sabio, donde estuve tres años con el conocido José Misó como director, con el cual, a pesar de su fama, me llevé siempre de maravilla. Pasé a Central, en Caja y Entidades de Crédito, donde participé en el estreno del SICA, famoso por ser el primer paso para el actual intercambio informático entre Cajas, donde tuve como jefe, era entonces Interventor General, a Francisco Quilez, quien tenía fama de ser muy duro con los que tenían responsabilidad, y se la exigía, pero era muy afable y cercano con el personal a su cargo. Le sustituyó Luís Mira, buen jefe que sabía sacar lo mejor de cada uno, que fue quien me propuso para el ascenso. Me destinaron a Contabilidad, donde me tocó estrenar el Centro de Pagos de facturas; después, con José Antonio Mendoza, buen jefe y buen amigo, y de ahí al cielo, digo, a la prejubilación, con el grato recuerdo y satisfacción de haber compartido mi vida laboral con tantos excelentes compañeros como he tenido desde mi ingreso.

En la actual situación ¿cómo llevas el entretenimiento y el tema de la salud?
– De joven he jugado al tenis, pero sobre todo he disfrutado de la natación, que por cierto no se me daba del todo mal, aunque lo mío es más la lectura, fundamentalmente de libros de ensayo y divulgación científica, de los que poseo una biblioteca razonablemente amplia, porque me apasiona; también últimamente aprovecho las posibilidades que nos ofrecen las nuevas tecnologías sobresaliendo Internet. Respecto a la salud hay que conformarse con lo que uno tiene y yo desde muy joven soy hipertenso, enfermedad que causó el fallecimiento de mi padre, y también “gotoso” por herencia familiar. Hace justo un año sufrí un infarto y, a pesar de no haber padecido muy fuertes dolores, gracias a la habilidad de la médico de familia, que me remitió al hospital sin sobresaltarme, me lo trataron rápidamente y muy bien. El cateterismo vía brazo determinó la implantación de dos stents y actualmente me van reduciendo medicación y me encuentro perfectamente.

Con Juan Andres¿Qué harías hoy si pudieses volver a tu juventud?
– Seguro que, sabiendo que mi padre iba a morir tan joven, hubiera ido más rápido con los estudios y hoy estaría en la rama de la investigación, porque, en esa época, el láser era la novedad y a mí me apasionaba. Siempre me lo he reprochado.

   

¿Conoces la Asociación Voluntarios CAM?
– He oído hablar de ella a través de mi buen amigo Paco Sempere que me tiene informado. Me parece estupenda la labor que desarrolla aunque de momento yo no he participado en ninguna de sus actividades. Además, como mis hijos trabajan y sus cónyuges también, estamos ocupados casi a tiempo “completo” con el nieto.

¿Cómo es un día normal en tu quehacer diario?
– Me sigo levantando temprano, aunque no tanto como antes, y me gusta leer la prensa por Internet; después del desayuno salgo de compras y aprovecho para dar un paseo y hacer los encargos que me asignan los hijos. Después de comer, desde el infarto, no perdono la típica siesta mientras escucho música clásica, pues aunque no soy un gran experto me gusta disfrutar de ella; a continuación leo algo o veo en la televisión alguna película o programa entretenido y también me pongo delante del ordenador para seguir mejorando los programas de JubiCAM. Todo ello siempre que la obligación prioritaria de ejercer de abuelo me lo permita, y yo creo que ya está bien ¿no?

Y de viajes, qué
– Pues antes los hacía con la familia y con mi hermano aunque salir de España, excepto Portugal y Francia, nos costaba por cuestión de idiomas; esa era la excusa para recalar casi siempre en Santander o Salamanca donde nos escapábamos todas las veces que podíamos. Desde la prejubilación, además de estos, hemos hecho varios de JubiCAM porque tanto a mi mujer como a mí nos atraen los que programan.

     

Para terminar ¿qué recuerdos gratos nos cuentas?
– En una cena aniversario de antiguos alumnos maristas coincidimos varios compañeros de curso y convocamos la cena de nuestro 25 aniversario. Durante muchos años me encargué de seguir organizándolas y ha sido muy emotivo. En el año 2002 pasé el testigo a otro compañero y al final casi se ha perdido. También recuerdo los viajes en mi infancia con mis abuelos maternos a Santander, pasando por Miranda de Ebro donde tenían una finca, y con mis padres al pueblecito de donde era mi padre, La Fregeneda (Salamanca) frontera con Portugal, donde estuvo destinado antes de venir a Alicante, llegando aquí para ser Comisario Jefe Provincial de Policía. Poco antes de morir le comunicaron su nombramiento como Jefe Superior de Policía en Valencia y hubiera sido el primer civil en ocuparlo, ya que hasta entonces habían sido militares, pero falleció dos días antes de hacerse público su nombramiento. No obstante, como me has pedido que termine con recuerdos gratos, diré como anécdota que mi padre era un gran aficionado a la caza y yo le acompañaba en ocasiones por aquellos parajes ásperos a lomos de un mulo. Siempre que podía le espantaba las perdices porque me daba pena que las abatiera. Estoy seguro que lo sabía, pero nunca me dijo nada.

     

La verdad es que te iba a proponer irnos a comer una paella con conejo, pero después de lo que me has contado, mejor dejarlo para la noche y cenamos una buena tortilla de patatas, ¿no te parece?

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