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Manuel Gisbert Orozco

 

EL RECICLAJE 

(por Manuel Gisbert Orozco)


     Los recicladores parece que se están cabreando de que mezclemos vidrio y cristal en el mismo contenedor, como si de ron y cola se tratase, y ya están lanzando una campaña publicitaria, dentro de la serie “parece lo mismo pero no lo es”, para evitarlo.

     Yo, en mi ignorancia, creía que el cristal y el vidrio eran lo mismo, pero parece ser que no. Para ilustrar a la pléyade de porteadores que cada noche, con nocturnidad pero sin alevosía, recorren el trayecto desde su casa a los contenedores de basuras y distribuyen la materia orgánica, la inorgánica, los envases, las botellas y vaya usted a saber qué, entre los distintos artefactos de colores. Nos dicen (más o menos) en un anuncio radiofónico: “Si usted tiene una botella y soplando en su boca, hace buuuuuuuuuu (parecido al sonido de la sirena del Titánic antes de pegarse de morros con el iceberg)....eso es vidrio; pero si usted sopla en la apertura de un vaso...hará: buf, buf (suena como el jadeo de un ornitorrinco haciendo el amor con la parienta en una noche de pasión) eso...es cristal. Ni que decirles que las frases entre paréntesis son mías y como que ninguno de nosotros estuvimos esa plácida noche de abril de 1912 a bordo del Titánic; ni solemos, supongo, pasear por las noches por el bosque al acecho de los ornitorrincos en celo no tendremos más remedio que imaginárnoslos.

     Sin embargo, si Cornelius Ryan no miente, el sonido emitido no depende del material con que esté hecho el objeto, sino de la anchura de la abertura. Una probeta de cristal sonará igual que una botella de vidrio y un vaso de vidrio como otro de cristal.

     Yo, que enseguida me lío, estoy verdaderamente apurado porque llevo años acumulando en casa, como un Diógenes cualquiera, restos de platos y tazas de cerámica rotos porque no hay un maldito contenedor donde tirarlos y se me hace cuesta arriba acudir al Ecocentro. Ahora, que me va a ocurrir lo mismo con el cristal, es que no duermo.

     No me resisto a averiguar qué diferencia hay entre el vidrio y el cristal, que repito, yo creía que era lo mismo y parece ser que no; y que su mezcla lleva de culo a los señores recicladores. Hecho mano del diccionario, y me dice que el vidrio es: “una sustancia mineral transparente e isótropa” y que se compone aproximadamente de: 70% sílice; 15% sosa y 10% de cal. El cristal, en cambio, es: “Vidrio (¡¡¡lo mismo!!!) compuesto por tres partes de sílice, dos de óxido de plomo y una de potasa”. Prácticamente las dos cosas: vidrio y cristal es lo mismo; pero una es isótropa y la otra no.

     No les voy a definir esa palabra para no aumentar más su confusión, pero les recomiendo vayan estudiando física si quieren seguir tirando la basura sin riesgo de ser multado. Lo que sí me ha dejado los vellos de punta es enterarme que los vasos de cristal contienen óxido de plomo. No permitimos a los bebes chupar juguetes que contengan pintura de plomo y nosotros todo el día con el vaso entre los labios.

     Ya puestos a reciclar les recomiendo que cuando acudan al “punto sigre” de sus farmacias para deshacerse de las pas-tillitas caducadas o que les sobren por ha-berles cambiado el tratamiento, lleven correctamente separados: la torasemida del acenocumarol, la pioglitazona de la atorvastatina y el paracetamol del ácido acetilsalicílico.

     De las distintas clases de pilas y baterías que tiramos en el contenedor del “Super”, no las menciono por no asustarles. Y tampoco voy a hablar de los diversos productos químicos, detergentes, salfumanes, lejías y otros potingues que sol-tamos alegremente por el desagüe de la pila después de la limpieza diaria, para no despertar la mente de algún iluminado que nos obligue a instalar una depuradora en casa para que el agua residual pueda ser aprovechada directamente por los propietarios del campo de golf. De los lodos residuales no se preocupen, pues pueden utilizarlos para abonar las plantitas del balcón y eso que se ahorran.

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