Índice de Documentos > Boletines > Boletín Marzo 2010
 

 

EL SOPLÓN
(por Gaspar Pérez Albert)


Iba yo, tranquilamente,

mi automóvil conduciendo

y , de repente, me hicieron

detenerme bruscamente.

Agentes uniformados

querían averiguar

si yo, por casualidad,

iba algo mareado.

Y bajo tal pretensión,

intentaron comprobar

si habría podido tomar

alguna copa de alcohol.

Por su objetivo lograr,

en un extraño aparato

con un tubito muy raro

me obligaron a soplar.

Vana pretensión la suya,

puesto que tal artilugio

no ha de detectar, intuyo,

olor en mi aliento, nunca.

Cosa distinta sería

si quisieran comprobar

mi potencia pulmonar.

Entonces lo entendería.

Quisiera dejar sentado

que en mi dilatada vida

pocas veces y en heridas

alcohol habré utilizado.

Y lo sabe todo el mundo

que no me gusta el alcohol,

aunque de tal condición

no alardeo ni presumo.

De su extraña actuación,

a los agentes no culpo,

pues con su actitud, no dudo,

cumplen con su obligación.

No obstante, mi indignación

y si me siento ofendido,

es porque me han convertido,

   de repente, en un soplón.

Volver