Índice de Documentos > Boletines > Boletín Junio 2010
 

Gaspar Llorca Sellés

PRUEBA MALÉVOLA
(por Gaspar Llorca Sellés)


     - Mande usted, ¿que a dónde voy?, a caminar, a hacer camino dicen, no con pico y pala, anando y afuera de lo humanizado, a contemplar o mirar quizás con asombro lo no profanado, lo de siempre, el monte, las rocas, los árboles, pájaros, luces, el mar y el río seco, ¿que si quiero que me acompañes? Ande, véngase, pero con una condición y es que no quiero charla de tonterías, si alguna hay que soltar lo haré yo. ¿Entendido y conforme? Pues en marcha, cojamos este viejo y pedregoso camino por donde anduvieron nuestros antepasados, esa olivera dicen que es milenaria, otros dicen que más, y calcula qué ascendientes tuyos vivieron por esos mil años antes que nosotros, claro que anterior a tu bisabuelo, y también un tatara bastante lejos, porque tu familia es anterior a los celtas. Dejémoslo para cuando llegaron los fenicios a nuestras costas, ¿te imaginas al dios Hércules tumbado aquí en ese bancal reposando la cabeza en la raíz del olivo en la que ahora están calentando nuestras posaderas? ¿No hueles sus transpiraciones? sí, hay algo que no será Chanel 5, pero inténtalo, pon de tu parte, yo algo noto, y si los dioses son eternos ahí dejó radiaciones,  aunque torpes de nosotros no lo sepamos apreciar, y si te place nos tumbamos en estos mismos sitios y a lo mejor captamos, mejor aprehendemos alguna de sus divinidades y salimos de aquí hermosos y poderosos. Y no me vengas con que si estoy loco, te lo avisé desde el principio, admito tus sugerencias pero no tus críticas y menos tus dudas. O mejor, tú siempre has sido un tipo imaginativo, rebelde a las leyes establecidas transformando tus caprichos en normas, así que coge el banderín de enganche y dirige tú el viaje, que a lo mejor me gusta mucho más que el que tengo programado, bueno no es que lo haya pensado, me va saliendo tanto como voy contemplando, y las neuronas ponen el resto.

     - Voy a seguir la ruta que tú has empezado, acostémonos y durmamos un rato, y a ver qué ocurre. Somnolencia: Espabila amigo, nada ha pasado, mejor dicho sí que ha ocurrido y algo gordo, mírate los bolsillos, a mi me falta la cartera y supongo que la tuya también habrá desaparecido, los jerséis han volado, y descalzos nos han dejado. No esperaba que los del Olimpo fueran unos chorizos mal paridos.

     - Oye que eso de dormir ha sido idea tuya, así que a callar, y a razonar. Nuestras prendas desaparecidas no les sirven a ellos, ni el dinero, ni el DNI: y el carné de conducir, no creo que les haga falta para sus carros; y además creo que Hércules tenía alas en los pies. Mal dormir, amigo. Aquí en el suelo están las dos carteras, y las piezas de vestir y calzar las tenemos de almohada.

     - No estarás de guasa ¿verdad?, eso que dices carteras son dos excrementos de perro, y lo del colchón es un viejo saco de esparto, tú si que has perdido el juicio, y ves cosas raras; al principio, cuando insinuaste viajar por el pasado, me agradó pero esto es demasiado. Perdona pero necesitamos un loquero y lo más prudente sería llamar a una ambulancia.

     - Quieto ahí, amigo infiel, yo no te embarqué en mi locura, tú solito te enrolaste, así es que coge tus pertenencias y abandona esta aventura y te pido no comentes nada de lo ocurrido. Y te digo más, la traición te ha venido a la sombra del olivo, tú has sido siempre un compañero fiel y dispuesto a dar tu vida por mi, y ahora casi me odias o desprecias, no puede ser que cambiaras en tan poco tiempo; algo te ha ocurrido y en vez de escoger las partes de divinidad buenas en ti ha entrado algo que te ha cambiado tus buenas virtudes y principios, porque deduzco que son el envés de los principios que siempre defendimos.

     Triste se aleja, el dolor le corroe, ¡pobre loco! ¿qué hago? Le he prometido guardar secreto, pero no puedo dejarlo así, temo por él y por si hace alguna barrabasada, se lo comentaré a Quico, que es el más sensato de los amigos. Y así se dirige a buscarle y le encuentra con la novia, lo llama y le dice: “Necesito hablar contigo, pero ya” Oye, que estoy a punto de caramelo, y no querrás que la deje sola, la acompaño y dentro de menos de una hora me tienes contigo. Bien, te espero por aquí.

     Nervioso pasea a largas zancadas, se come las uñas, termina el tabaco y hace movimientos extraños, pasa una pareja y escucha lo que se dicen “es la droga, no hay duda”. Y pasa el tiempo lentamente y Quico no aparece, ¡ya viene!, va deprisa casi corriendo. ¿Qué pasa, a qué tanta urgencia? “Tomás, a Tomás le ocurre algo raro” no, no ha habido ningún accidente, y te cuento: nos hemos ido juntos a hacer camino por la huerta, y... le cuenta lo sucedido. Nota que Quico no se inmuta, si más bien de vez en cuando sonríe, llegando a un estado de no poder aguantar la risa y la rompe con un fuerte chasquido, y sujetándose el vientre se sienta en un banco sin parar de reír, y sin soltar una sola palabra. Lleno de ira se lanza sobre él y asiéndole por el cuello lo balancea y soltándole,  se sienta y llora. Pero qué te ocurre, le pregunta Quico, que qué me ocurre, que me he vuelto loco, lo que he vivido o he creído vivir en Tomás, pasa una pareja y me miran como drogado, acudo a ti y te ríes a carcajada abierta. No es Tomás, el loco soy yo.

     - Para, para un momento y déjame que te abrace, lo de Tomás me lo ha hecho también a mi, si no es lo mismo algo muy parecido. Me hizo pasar un mal rato, como tú, lloré por él, y el muy cabrón  a los dos días vino a buscarme y me explicó que aquel suceso lo montó para cerciorarse de una vez de tener los mejores amigos del mundo. Y fundidos con un fuerte abrazo sellamos nuestra imperdurable amistad.

Volver