Quiso escalar los altos torreones
alejarse del mar y sus riberas
acercarse a las astas de las fieras
para romper los fuertes eslabones.
La combaten altivos centuriones
la engalanan jirones de banderas
se perdieron sus breves primaveras
y se adornan con sangre los morriones.
Se eleva al cielo en un postrer gemido
aunándose febril al sol y el viento
rota la rama que cobija el nido.
Proclama que su fe la ha redimido
ofreciendo en silencio su tormento
no escapa de su boca ni un quejido.