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VIAJE AL VALLE DE RICOTE
(por Francisco Navarro Balsalobre)


     El 22 de septiembre de 1.609, el rey Felipe III ordenó que, en sólo tres días, todos los moriscos fueran expulsados al Norte de África.

     Quinientos años después, el pasado 18 de enero, partimos de Alicante cien asociados de JubiCam para recorrer los parajes del Valle de Ricote, en Murcia, donde aquellos antepasados nuestros que habían vivido, trabajado y convertido aquellas tierras -sus tierras- en fértiles zonas agrícolas, tuvieron que abandonarlas en sólo tres días, dejando atrás su historia, costumbres, casas, enseres, lugares de culto, hasta… sus cementerios, y partir a un destierro incierto en el Norte de África.

     Una vez recogidos compañeros en Albatera, Orihuela y Murcia, llegamos a Blanca, donde hicimos una parada “técnica”, almorzamos y recorrimos sus calles más típicas partiendo de la plaza principal, con visitas a la Iglesia, Casa de los Condes del Valle -que forman un magnífico conjunto histórico de los siglos XVI y XVII- así como el Teatro de construcción posterior. El trazado angosto de las calles -como en casi todos los pueblos del Valle- con gran número de macetas, tiene reminiscencias árabes y judías. De vuelta al autobús, a la salida del pueblo pudimos contemplar un río Segura inédito para muchos de nosotros, amplio, caudaloso y sobre todo limpio, muy limpio, donde todavía se contemplan antiguas acequias, azudes y un par de norias.

     Tras algunas curvas y cuestas llegamos a Ricote, engalanado para las fiestas en honor de su patrón San Sebastián y la conmemoración de los 500 años de la fundación de su cofradía. Visitamos la iglesia con la estatua del santo, dos magníficas tallas, una certificada del gran imaginero murciano Salcillo y otra de algún discípulo de su taller, la Casa-palacio de los Álvarez-Castellanos, hoy Ayuntamiento, ambos magníficamente restaurados, al igual que el resto histórico del pueblo. La guía, Águeda, nos contó cómo hasta el siglo XVII el patrón del pueblo era San Pedro, pero ante la peste que en esas fechas asoló la región, los vecinos se encomendaron a San Sebastián y se libraron de la terrible epidemia…, en consecuencia cambiaron de patrón.

     En unos minutos bajamos a la pequeña localidad de Ojós, de estructura árabe -como el resto del valle-, recientemente restaurada. Tras un pequeño refrigerio y compra masiva de los afamados pasteles “borrachos”, seguimos a Archena, donde pudimos disfrutar de una magnífica, copiosa, y variada comida ¡como siempre en la Región de Murcia! Con un servicio muy agradable, donde reforzamos gastronómicamente los lazos fraternales de esta Asociación. Nos acercamos después hasta las instalaciones del balneario, en uso desde los iberos, romanos, musulmanes… en el siglo XIX llegó a considerarse uno de los más importantes de España, conservando todavía el conjunto de edificios (actualmente hospederías), edificados sobre antiguas construcciones de la Orden de San Juan de Jerusalén. A continuación iniciamos el recorrido de regreso a los lugares de destino. Aunque pudiera parecer un tópico, quiero destacar la perfecta infraestructura del viaje gestionada por Medymed, tanto en los autobuses -completamente nuevos y modernos- como en la competencia y amabilidad de los guías, Águeda y José Manuel.

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