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MIS RECUERDOS DE GADAFI
(por Salvador Mas Mas) 


     Cuando la edad va acumulando experiencias, algunas quedan guardadas en el hoy llamado "disco duro" quizás esperando que algún estímulo las reactive.

     En la época que tuve el placer de dirigir la oficina 4201, el gran equipo humano que me acompañaba y la perfecta sintonía de la oficina con los entonces departamentos de extranjero y cartera, hacía que la oficina se codeara con otras mucho mayores ocupando los primeros lugares en volumen de negocio tanto en descuento de extranjero como en nacional.

     Con el ánimo de una superación comercial, cayó en mis manos una carta de crédito irrevocable para la exportación de calzado, con un importe cercano a unos 400 millones de pesetas. Sólo había a primera vista, un problema: El importador era el gobierno que encabezaba el coronel Gadafi.

     La operación era muy atractiva, pero al tiempo que Pepe Rubio y Manolo Segura desgranaban los secretos de los condicionados, se iban alejando las posibilidades de negocio.

     La naviera no podía ser americana, ni inglesa, ni judía... El buque no podría hacer escala en tal puerto, tal puerto... Para  la  compañía de seguros había otra retahíla de impedimentos, que se quedaban cortos cuando se trataba de buscar el banco mediador.

     Estábamos dispuestos a hacer la operación y se estudió al milímetro. Los de "extranjero" estuvieron a la altura que se les exigía. Por fin se negocia la operación por mediación de Aresbank, único banco árabe que parece operaba por aquellos años en España. Falta por citar a otro personaje, además de Gadafi, que interviene en la operación. Fue el presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan.

     Una noche del año 1986 empezaron a zumbar por encima de nuestras casas cazabombarderos y aviones nodriza que no nos dejaron dormir.

     Cojo el coche para ir a trabajar y conecto la radio ¡La aviación de Estados Unidos está bombardeando Trípoli! ¡Y la remesa sin cobrar…!

     A las ocho de la mañana el teléfono echaba humo, y lo primero que me dicen es que el riesgo bélico no lo cubre el seguro.

     El departamento de extranjero y auditoría nos llamaba pidiendo calma y sosiego y la propia dirección general asumía como suya la situación pidiéndonos algo que era muy difícil conseguir en esos momentos: nuestra tranquilidad.

     Creo no vale la pena decir lo que costó cobrar, pero sí quiero resaltar que todo terminó felizmente y he de enmarcar que todo fue así porque se inició como un trabajo en equipo, y el equipo dio la talla.

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