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Las heridas de cuerpos luchadores
derramaron su sangre caliente
para que florezcan
los hijos de estos vientres.
Tu juventud se pierde
por tanta cruel herida.
La tuya y la de tantos
se queda ya sin vida.
Como árbol talado
en pleno otoño,
florecemos en primavera,
seremos tu retoño,
brotes de vida nueva.
Amamantados por la sangre
que emana de tu herida,
y así, tú con nosotros,
volverás a la vida.
¡Seguiremos luchando
cada mañana!
aunque ya no estemos
en campo de batalla.
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