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      RAREZAS      


José L. Ferrándiz Sturm


Había una vez que no había.

Todo desapareció: los océanos, los mares,

el sol, el cielo, los pueblos, las ciudades, las calles,

los ríos, campos, montañas y animales.

 

Tan solo permanecían las personas,

que no daban crédito

de lo que estaba sucediendo.

 

Sin refugio ni hogar,

la oscuridad reinaba

en un mundo sin nada.

 

Pero es que el mundo tampoco existía;

la gente volaba

como si de pájaros se tratara,

sin poder descansar en una simple rama,

el cansancio les agotaba.

 

¿Dónde estaban los planetas y las estrellas?

se preguntaban unos a otros,

y la respuesta es sencilla,

tan solo habían quedado para una comida.

 

Tras el postre y sobremesa,

todo volvió a la normalidad completa

y las personas dejaron cansadas de volar.

 

Fue un acontecimiento insólito

que me hace pensar,

que me estoy volviendo un poco chiflado

de escribir tales parodias,

pero es una locura de encanto,

pienso que el Universo tal vez esté hechizado

por un simpático mago

que se las trae, de vez en cuando,

haciendo cuanto está en sus manos

dejándonos encantados.

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