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Pascual Bosque

NO ES LO MISMO

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     Claro que no es lo mismo. El papeleo, la tramitación, todo eso que comporta la jubilación legal puede que sea en las Cajas de Ahorros como en las demás empresas, pero si hay alguna base en las diferencias que esencialmente distinguen a las Cajas, esas diferencias también perviven en la mente de muchos de sus jubilados. En algunos no, eso es cierto, pero en general puede decirse, sin lirismos desfasados, que el personal de esta otra escala siente que aun pertenece al “club” y sigue el juego con verdadera afición. Se interesa sinceramente por lo que allí pasa, opina, y cree que en alguna medida cada uno tiene su mérito en la construcción de esto que ha llegado a ser tan importante y tan grande. Piensa, en fin, que no es lo mismo que si hubiera dedicado su vida y su trabajo a otro tipo de entidad mercantil o incluso financiera.

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     No es lo mismo, no. Tal vez nos sirva mejor para el caso -y que  nadie  me considere militarista, porque no lo soy- esa palabra que según creo denota en el ejército una vinculación de carácter más permanente: la reserva. Se dice allí “pasar a la reserva”. No es despreciable, dígase lo que se diga, el hecho de contar con una “reserva” en estas Cajas tan modernas que corren el riesgo de olvidar que en realidad son muy antiguas. Pero esa es otra cuestión. Las ”reservas” son como testigos, como notarios, gentes de todos los tiempos que representan a todos los tiempos, hasta los más actuales, y como tales pueden ser de utilidad aunque solo sea dejando oír su voz. Y en esta línea tal vez no será muy descabellado reivindicar para ellos el derecho a hacer uso de esa voz en algunos centros de decisión. Una más entre muchas, pera la voz de alguien que sabe, que ha vivido la vida de la Caja, y que quiere a la Caja, confiéselo o no.

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     Esa voz, apenas significativa en el conjunto, podría sin embargo ser tenida en cuenta al tratar diversas cuestiones y, obviamente, justificaría plenamente sus credenciales cuando el tema estuviese referido a ese paso inevitable para todos, olvidado por casi todos y hasta supersticiosamente conjurado por algunos, de la jubilación, del “paso a la reserva”.

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     Hay, ciertamente, un distanciamiento “clasista” que en algunos casos roza el menosprecio y hasta una cierta agresividad hacia el peso inerte que aparentemente suponen las clases pasivas. Quien así reacciona, cualquiera que sea su cargo activo, denota además de una falta de sensibilidad una peligrosa cortedad de miras que se puede reflejar en su labor. A ese habría que recordarle, por nuestra parte, la cita clásica: “Lo que tú eres yo fui, lo que yo soy tú serás”. Salvando las distancias, claro, y las circunstancias puntuales.

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     Sí, es bueno hablar. Por eso, y para eso, unos cuantos hemos adoptado en JUBICAM la costumbre de “vernos para tomar café” dos veces por semana: los martes y los viernes “en horario de trabajo: a las once de la mañana”. Siempre surge algún tema de conversación interesante, a veces incluso muy interesante. Estas tertulias han dado en denominarse humorísticamente “el Senado”, y la verdad es que más de una vez ha hecho las funciones de órgano consultivo para nuestros directivos. Alguien, en un auténtico delirio de grandezas ha llegado a insinuar la conveniencia, y hasta lo meritorio y provechoso que sería poner este “Senado”, y sus funciones asesoras, a disposición de la alta Dirección de la Caja y de sus Órganos “legales” de Gobierno. Claro que no es para tanto, pero a este propósito habrá que reconocer que en realidad nadie puede discutirnos nuestra legítima y ya tradicional aspiración de incluir en el Consejo de Administración de la Entidad una representación de los jubilados. Jubilados en lo laboral, pero ciudadanos activos en la vida social, lo que vendría a ser en nuestro mundillo algo así como “una comisión senatorial”. Sería, sencillamente, algo útil para todos, justo, lógico y, si me apuran, hasta necesario.

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