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¿ESCUCHAS A QUIEN NO ESTÁ DE ACUERDO CONTIGO?

(por Matías Mengual)

Matías Mengual


          Por supuesto que sí, pero no todo lo bien que me gustaría. Le presto atención, aunque, a veces, me hago el sordo. Lo que me muestra el mundo (y la tele, de forma abrumadora) me hace suponer que serán pocas las personas que en sus controversias escuchan de verdad, porque, lamentablemente, lo que prevalece hoy día es salir airoso por encima de los demás. Creo que escuchar con acierto es imposible cuando, en vez de prestar atención a la opinión del otro, parece estar uno pendiente de cómo rebatirla, sin otro apoyo que lo que él cree saber.

 

          Para escuchar como Dios manda, deberíamos abrirnos a todas las posibilidades argüitivas, con flexibilidad receptiva total y libre de prejuicio alguno sobre lo que se nos diga. Lo ideal sería vaciarnos a tiempo de cuantas creencias y teorías nos haya inspirado el ego. Pero, lamentablemente, solemos caer en el error muy extendido de creer que hay que tener el valor de defender nuestras convicciones, aunque lo apropiado sería que tuviésemos valor para prescindir de todas ellas y, así, no perder ripio, es decir, estar solamente pendientes de lo que se nos dice. Y, si alguna fuerza nos empuja, recibámosla como la palmera recibe el viento huracanado, con flexibilidad, porque nada se pierde escuchando si no tenemos nada que demostrar.

 

          Se puede prestar verdadera atención a cualquier crítica que se nos haga si uno reconoce y, acto seguido, rechaza el engreimiento del ego. De inmediato abandonarás la idea de imponerte y tener siempre razón. Ser flexible equivale a transigir; supone aceptar la opinión o los deseos de otra persona en contra de los nuestros, es ceder, es avenirse…; es ser manso. Generalmente, este adjetivo tiene sentido peyorativo, que no merece consideración alguna, puesto que no me refiero a la persona hipócritamente sumisa, al cazurro ese que, para obtener lo que le conviene, con picardía y astucia, simula y engaña.

 

          De la mansedumbre, lo que más me atrae es que elimina el ego como fuerza predominante en la vida, y posiblemente por eso los mansos son los únicos capaces de argumentar en una controversia algo así: “Nunca lo había considerado desde ese punto de vista. Gracias por compartir tus ideas conmigo”. ¿Qué hay de reprochable en la persona que actúa de tal manera y con sinceridad? Nada. Entonces ¿no ayuda esto a comprender aquello de “Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la Tierra”?

 

          Ser manso no impide aceptar lo que se interponga en tu camino. Si sientes la fuerza poderosa que te empuja en una dirección, deja que tu cuerpo la sienta y obsérvala sin juzgarla. Procura descubrir en ti la causa de cualquier rigidez, y hazte más flexible ante las tormentas de la vida. Interioriza la imagen del viento como símbolo de una situación difícil mientras afirmas que no hay rigidez en tu interior: Puedo inclinarme ante un vendaval. Lo flexible no se rompe, y lo que se dobla se endereza.

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