“¡Faz Divina, Misericordia!”
se oyen gritos alentando
y, en esa fe que les anima,
siguen los peregrinos andando
en esta jornada festiva
que acaba en el Santuario,
morada por Cristo elegida.
Allí, donde los alicantinos
y quienes festejan el día,
acuden pidiendo al Cielo
que a sus familias bendiga.
Llega, al fin, La Peregrina;
la recibe el pueblo entero.
“¡Viva la Santa Faz! ¡Faz Divina!”
“¡Misericordia!”, responde el pueblo
con una sola voz, que lo afirma.
La gente se va agrupando,
comienza la Santa Misa
y, con fervor, va rezando
mientras la mañana termina.