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   AL HABLA CON...
 MANUEL BERNÁ SEGURA Y ESPOSA
(por Vicente Esteve)


Llevaba tiempo deseando hacer esta entrevista y, para romper moldes con todas las anteriores, quedo con antelación con el matrimonio. Tras los saludos de rigor mi primera pregunta no podía ser otra: ¿Cómo estás, Manolo?, a lo que responde:
- Bien, muy bien. Teniendo en cuenta mis pasados avatares de corazón, en estos momentos dispongo de tranquilidad y todo el tiempo del mundo para hacer lo que me apetece. Tanto Mari-Carmen como yo hemos olvidado mirar el reloj. Bueno, casi, ya que lo único que controlamos es la hora de la comida.

Le pido a ambos que nos cuenten cómo se conocieron y algo de sus vidas pasadas y esto es lo que dicen:
- Manolo nació en 1948 en Albatera y aunque yo soy de Cox me fui a vivir de muy joven también a esa localidad y allí nos conocimos. Dudaban de nuestra continuidad porque empezamos la relación siendo muy jóvenes y además apadrinamos a una sobrina siendo todavía solteros y eso, entonces, era síntoma de ruptura o separación; y ya ves, ¡aquí seguimos! Hicimos juntos el bachillerato y yo sacaba mejores notas porque nunca Manolo fue muy estudioso. Empecé a trabajar en el taller de coches de mi padre llevándolo todo; “mandaba en el taller” pero sin sueldo. Manolo se marchó a estudiar al Politécnico de Orihuela y también allí estudió Contabilidad en la academia Ripollés. Nuestro casamiento fue multitudinario porque era la última boda que celebraban sus padres y la primera de los míos. Nos casamos en 1973 y en 1978 ya teníamos los cuatro hijos, tres chicos y una chica, todos ellos inscritos en Albatera. José Manuel, el mayor, empezó industriales y faltándole poco para acabar se decantó por el deporte que es su pasión y se hizo entrenador; Sergio es informático y tiene empresa propia en Barcelona; Mari-Carmen es Ingeniera de Caminos y trabaja en Valencia y finalmente el pequeño Javier hizo los estudios de Administración y Dirección de Empresas  y  está  trabajando  en la CAM. Han ido volando y nos han dejado solos pero parece que muy pronto nos van a hacer abuelos. Mi marido es más comprensivo que yo y como desde el principio fui yo la que manejaba todo lo de la casa,  al día de hoy seguimos igual.

Les pregunto si están satisfechos con su pertenencia a JubiCAM y responden sin ninguna duda:
- Aquí tenemos verdaderos amigos y todos los compañeros nos respetan y a todos respetamos. Realizamos todos los viajes que podemos y participamos en algunos de los actos que se programan por lo que estamos muy vinculados y muy satisfechos.

¿Me contáis algo de los viajes que habéis realizado?:
- Todos nos han resultado estupendos. España es una verdadera maravilla. Todos los años vamos al que se programa en octubre y también a los de un día. Hemos estado en las fabulosas playas de la Costa Brava, las de Huelva… nunca hemos formulado ninguna queja porque la organización nos parece perfecta. No podemos ir al de verano al extranjero porque nos “pilla” en la playa con la familia.

Invito a Manolo a recordar su paso por la entidad y hace este relato:
- En 1965, con 17 años, entré en la Caja de Monserrate, en el almacén de la Obra Agrícola de Catral como oficios varios; estuve dos o tres años y pasé a la oficina de Albatera y de ahí a la central con temas de automatización. Hice cursos en IBM y con la fusión pasé a Auditoría en Alicante con Yébenes y de ahí a informática en Agua Amarga, siendo director Antonio Gosálbez. Salí para estar en el staff de estudios con Alberto Hernández hasta que me volví a incorporar a Agua Amarga como director.

Le pido que cuente alguna anécdota y dice:
- La mejor anécdota es el recuerdo del magnífico equipo que formamos, donde solamente existía una fuerza que remaba en la misma dirección. Además de compañeros de trabajo llegamos a ser verdaderos amigos cuya amistad aún hoy persiste. Siempre he estado tranquilo porque sabía que este equipo continuaría con la labor emprendida.

Mari Carmen, ¿te importaría recordar el momento más difícil de vuestra vida?
- La memoria es sabia. Fue bastante duro cuando el 16 de febrero del 2000 a Manolo le sobrevino la “muerte súbita” por fibrilación ventricular a las veintidós horas. Estábamos juntos; él viendo la tele y yo leyendo. Me dí cuenta de los gestos que realizaba y estando mirándolo se desplomó. No supe qué hacer en ese momento; pedí ayuda a la vecina y llamamos a la policía para que nos mandaran el SAMU que no tardó en llegar y aquí en casa lo intentaron reanimar con inyecciones, planchas… hasta que cogió pulso y se lo llevaron entubado a la UCI, donde estuvo ocho días sin saber los propios médicos cómo iba a responder y cómo iba a quedar afectado. Las lagunas de memoria fueron consecuencia del tiempo que estuvo con falta de oxígeno; pasado a planta, ya reconocía algunas cosas por estímulos y a base de paciencia y mucha atención está muy recuperado.

Ahora, ya todo “casi” superado y volviendo la vista atrás, ¿qué fue lo más duro?
- La incertidumbre. Gracias a que todos sus órganos respondieron a la medicación adecuada que recibió por sonda. Hay que ser agradecida con la naturaleza y los médicos que le atendieron. Lleva una vida organizada y ya hace once años de este suceso. El cardiólogo, en la última revisión, le ha recetado que haga una vida normal como cualquier persona de su edad.

¿Encontrasteis ayuda en la familia, los amigos… la CAM?
- Estuve muy acompañada y apoyada siempre. Todos se volcaron y a pesar del tiempo transcurrido vuelvo a dar las gracias a tantas personas que nos demostraron su especial cariño. Con un total agradecimiento a la CAM.

Bueno Manolo, y ahora ¿en qué empleas el tiempo del que dispones?:
- De todo el tiempo del mundo. Duermo al menos tres horas más que nunca, me levanto sobre las nueve y el resto lo aprovecho; primero un buen desayuno y a continuación me mandan a la calle a por el periódico, oigo música mientras lo hojeo hasta que me lo quita Mari Carmen. Tengo el día libre y salgo a pasear hasta la hora de la comida. A veces vuelvo antes porque la hago yo, me gusta cocinar y además me sale bien. Ahora estoy ilusionado con la música, pues me han regalado un órgano y me divierto tocándolo. En días buenos salimos a pasear; en fin, ¡una gozada!

Tengo entendido que estuviste una temporada jugando al golf con los compañeros García Aroca y Paco Ramírez. ¿Sigues practicando?
- Ellos ya son casi profesionales que participan en torneos y yo, con mi juego, no les puedo seguir. Ahora lo hago a mi nivel de principiante con la familia, aunque no todas las veces que me gustaría, en el campo pequeño de El Plantío.

Y para terminar, pongo a vuestra disposición las páginas del Boletín para recoger lo que nos queráis contar, y dice Manolo:
- Gracias por la deferencia que has tenido visitándonos (me sonroja); Mari Carmen dice: A ver si nos vemos con más frecuencia… y dice el entrevistador: A vuestra disposición para ir juntos a jugar al golf cuando queráis.

Un fuerte apretón de manos y un beso ponen fin a esta visita de amigo.

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