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Ángel J. García Bravo

LA LUZ DE CADA MAÑANA
(por Ángel J. García Bravo)


 La luz de cada mañana

 viene alumbrando mi senda

 y clava agujas de oro

 en el oro de la arena…

 La luz, creciendo y creciendo

 de par en par, pinta nuevas

 pinceladas de colores

 de jazmines y de adelfas…

 ¡Venga la luz a mis ojos

 y a mi pensamiento…!       ¡Venga…!

 Quizá la luz sí sepa cuanto hice

 y cuanto anduve, desde mi principio…

Quizá tenga, en su agenda incandescente,

notas de mi andadura.

              

Quizá la luz sea voz y sea palabra,

latido, roce, aliento;

quizá temblor en el cristal del agua,

pincelada en el vuelo de los pájaros,

gemas, de sal y espuma, de las olas

que despeinan sus crestas en la playa

o irisación de nácar, en las perlas

de rocío, que besan las auroras.

Quizá será sencillo conseguirla

y sencillo, y alegre, estar en ella.

Quizá la luz sea realidad, o solo

un deseo.

Pero la luz será, constantemente,

-¡Ojalá lo consiga!-, quien me guíe.

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