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EDUCACION PARA LA VIDA
(por Francisco L. Navarro Albert)


            Según he podido leer a través de Internet, una compañía fabricante de preservativos de un determinado país europeo ha iniciado su producción con medidas específicas para menores de 14 años habida cuenta de que estos además del pan con chocolate también prueban otras cosas, según se desprende de las encuestas realizadas, en virtud de las cuales un elevado porcentaje de niños hasta esta edad, manifiestan haber mantenido relaciones sexuales completas. Evidentemente el hecho estadístico no garantiza la veracidad de las afirmaciones, porque en este aspecto concreto se suele fantasear bastante pero, como diría un catalán, “la pela es la pela” y si hay una necesidad lo mejor es satisfacerla, sobre todo si se obtiene rentabilidad económica. Nada se dice, en cambio, en el referido artículo acerca de las actuaciones que se van a llevar a cabo en dicho país en lo referente a la formación e información de los tiernos infantes, para que cuando jueguen a médicos y enfermeras aprendan a utilizar primero el estetoscopio, a la vez que se conciencian de que la iniciación de prácticas sexuales sin los conocimientos acerca de sus consecuencias pueden ocasionar problemas y trastornos capaces de condicionar su desarrollo y vida futura.

  

            Tiempo atrás, según los historiadores, a los catorce años ya se ejercía la paternidad de modo habitual, pero si nos atenemos a la esperanza de vida que no superaba los 40 años es evidente que no se podía perder mucho tiempo, aunque solo fuera por el instinto de conservación de la especie. Las personas estaban preparadas para estas situaciones de manera muy distinta a la de hoy, en la que los avances en la tecnología no están aparejados a conceptos como disciplina y responsabilidad para buena parte de la población, que ha sido educada con el hábito de no pasar estrecheces y obtener con facilidad todo lo que el mercado ofrece con sus técnicas instigadoras de consumo por el consumo, sin que esté acreditada la necesidad y, si atendemos a las informaciones, el sexo puede ser otra forma de consumo. Nada que aducir, por supuesto, en contra de las relaciones sexuales. Son necesarias, útiles y pueden ser gratificantes. El problema se produce cuando se llevan a cabo de manera incontrolada y sin las debidas precauciones. Pero, evidentemente, es una cuestión personal que cada uno debe afrontar por sí mismo, por lo que resulta absolutamente prioritario disponer de la formación adecuada.

 

            Encadeno este comentario con el de otra noticia, recogida también de Internet, según la cual una cadena multinacional de comida rápida incluyó (según se excusaron sus dirigentes) por error, preservativos en paquetes destinados al consumo para niños. Sea cual fuere el destinatario de los útiles indicados, no parece que establecer su distribución a través de una cadena alimentaria tenga mucho sentido, pero como los profesionales del marketing son tan “apañaos”, cualquiera sabe. Desde luego nada parecido con el exquisito cuidado que en cualquier familia se pone a la hora de envolver los regalos para hijos, padres, etc. procurando  que a cada uno le llegue el adecuado.

  

            Volviendo al inicio, mientras no se aborde de una manera coherente la formación integral de los niños, para que en las sucesivas etapas de adolescencia y juventud adquieran la madurez y el desarrollo necesarios para su integración plena en la sociedad, asumiendo de manera consciente los deberes y responsabilidades que jalonan el camino de la vida, dando a cada uno de los conceptos y situaciones su justa medida, será difícil conseguir que estos tengan la formación adecuada para solucionar favorablemente los problemas que se les presenten. La única manera de conseguirlo exige que quienes tienen el poder para actuar se den cuenta de que cada ciudadano es persona antes que posible votante, que la formación es uno de los pilares fundamentales para el desarrollo de la sociedad y que quienes se dedican a la formación tengan el apoyo social para llevarla a cabo sin condicionantes ajenos a los académicos.

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