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TEMAS MONETARIOS Y FINANCIEROS
(por Vicente Llopis Pastor
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LA MALA IMAGEN DE LA BANCA

     Todo aquel que posee dinero en abundancia no tiene una aceptación social muy favorable. Se recela sobre la forma en que ha podido llegar a amasar una fortuna y no parece que se vaya a ganar la bendición de Dios cuando se extinga su vida. Si, además, dedica su dinero a prestar a interés se transforma en un odiado acreedor, a quien se le suelen lanzar los epítetos más desagradables. Vocablos tales como especulador, usurero, timador, delincuente, depredador, sisador, abusador u otros múltiples conceptos nada románticos, casi siempre aparecen en las apasionadas definiciones de muchas personas o colectivos dentro de la literatura bancaria.

     Desde que me reconozco he oído estas jergas, que me han dolido todavía más por trabajar desde que tenía catorce años de edad en la Caja de Ahorros Provincial de Alicante y luego Caja de Ahorros del Mediterráneo. Esta forma de definir el negocio bancario ha sido más acre en algunos momentos históricos que he conocido; sobre todo en la época de la “contracultura” del mayo francés de 1968 y en la actual de los “indignados” que han sentado plaza en muchas ciudades españolas con la denominación de “15-M”. Tampoco olvidemos que el vocabulario de los sindicatos y el pensamiento de la izquierda está plagado de improperios contra la banca a la que hacen culpable todos los males.

     A tal respecto quisiera decir que la actividad bancaria, o en otros tiempos la de los prestamistas, es tan digna y necesaria como la de cualquier otro sector productivo. Y además es la de mayor trascendencia para la estabilidad económica de un país. Si faltara o desapareciera la banca volveríamos al trueque y a la época troglodita.

     Banqueros o asimilados hicieron posibles algunos hechos de trascendencia histórica, alabados o criticados, según quienes fueran los beneficiados o perjudicados; la gran gesta de Cayo Julio César en la guerra de las Galias; el descubrimiento de América por la Corona Española; el auge comercial del Renacimiento con sus admirables obras de arte; el mítico rascacielos “Empire State Building” de Nueva York; la industria cinematográfica total de Hollywod; e incluso la yerma producción de cine español, no podrían haberse realizado sin los préstamos bancarios que consiguieron algunas personas de ambición, ensueños, energía y creatividad.

     Además, estamos en el siglo XXI y el funcionamiento del sistema bancario se ha acompasado con las nuevas tecnologías de la información. Hoy no es posible vivir en sociedad sin poseer una cuenta en un banco por el que canalizar los pagos y cobros ordinarios de un ciudadano, desde los recibos de luz, agua, teléfono, etcétera, hasta percibir el salario, la pensión o las ayudas de la Administración Pública.

     Escribo esto a raíz de una intervención de nuestro Presidente del Gobierno, don José Luís Rodríguez Zapatero, quien contestando a una pregunta de una Diputada, le aseguró que la banca supone el 6% del PIB de nuestro país y aporta ingresos al fisco por vía de impuestos de un 15% de los Presupuestos Generales del Estado. Igualmente dijo nuestro Presidente que algunas ayudas que el Gobierno ha concedido al sistema bancario no han sido gratis y le han supuesto 3.500 millones de euros a su favor por los intereses que les ha cobrado.

     Creo que el negocio bancario forma parte del sistema democrático, capitalista, iniciativa privada y libre empresa que define las economías occidentales y no puede ser definido como diabólico.

     De todas formas siempre hay movimientos contraculturales, alternativos o de antiglobalización que maldicen a la banca e intentan constreñirla para que no ganen tanto dinero y dediquen sus beneficios a favorecer a países y personas marginales. Entre ellos está la “Asociación por la tasación de transacciones financieras y por la ayuda a los ciudadanos (ATTAC)” que es un movimiento intermundialista que promueve el control democrático de los mercados financieros y de las instituciones que los materializan.

     Tampoco le resultan muy favorables a la banca las múltiples encuestas que se realizan sobre sus servicios y en los que de forma abundantemente mayoritaria los clientes claman y reclaman por las comisiones, intereses, gastos de mantenimiento y muchos otros conceptos algo deletéreos que han de pagar. Desde aquí abogo para que las entidades bancarias mejoren sus departamentos de comunicación, convenzan de la necesidad de sus servicios y mejoren el trato con la clientela.

LA PACHORRA DEL BANCO DE ESPAÑA

     Hay muchas formas de gobernar. El abanico para tomar decisiones de una autoridad, democrática o no, es tan amplio como el ingenio humano sea capaz de discernir. Incluso no hacer nada, no tomar decisiones, ignorar una situación u otras inacciones son también fórmulas admitidas de gobernar. La sabia, por vieja, España y sus súbditos, sabe mucho de ello, y el refranero popular ha esculpido en mármol y grabado en oro su acertada expresión “las cosas de palacio van despacio”.

     ¿A cuento de qué esta introducción? Pues, a la actual actitud de nuestros gobernantes en los temas económicos y financieros; o séase, el Ministerio de Hacienda y el Banco de España. Desde que se barruntó la crisis financiera hace unos tres años, nuestros gobernantes se han puesto a fabricar con toda celeridad un aluvión de obligaciones y traslado de esfuerzos a las entidades financieras para someterlas a sus deleitosos deseos.

     Han legislado sobre todo lo habido y por haber en el Sistema Financiero Español. Creo que con la diana puesta en el horizonte de que todas las entidades que se integran en el Sistema Financiero Español se transformen en Sociedades Anónimas y así homogeneizarlas y uniformarlas. SIP, FROB, reducción de la retribución por intereses a los depósitos, y sobre todo, la premura de aplicar los acuerdos de Basilea III, son sólo un pequeño ejemplo de la panoplia de armas que están usando. Las entidades han tenido que ir corriendo a marchas forzadas y por selváticos caminos para poder cumplir el chaparrón de medidas que le están lloviendo como chuzos de punta. Y he de decir que todas ellas las están cumpliendo.

     Pero también está la otra cara de la moneda. El Banco de España asume la responsabilidad y regulación del Sistema Financiero Español y ha de cumplir algunos cometidos de alto nivel, no en vano tiene un omnímodo poder para asumir sus obligaciones como autoridad de la Administración Pública Española. ¿Y qué está haciendo?

     Bueno, algo sabemos. Por ejemplo, que su Gobernador hace manifestaciones casi a diario sobre los males de nuestra economía. Que hay que reducir el déficit de las Comunidades Autónomas, reformas tributarias, subir el IVA, incrementar la productividad, aumentar las exportaciones, moderar los salarios y otras sanas ideas. Pero en atender adecuadamente a las entidades ¿qué? Pues sólo un consejo cristiano: “paciencia”.

     Y digo esto porque el miércoles 15 de junio de 2011 el Gobernador del Banco de España vino a decir lo siguiente: la reforma del Sistema Financiero se está realizando a un ritmo “relativamente pausado”; que no es el de inyectar liquidez y nacionalizar entidades, como se ha hecho en otros países; que los cambios en España han de ser “profundos y verdaderos”; que se han de solucionar fundamentalmente dando prioridad a las iniciativas privadas; que si los planes de reestructuración presentados por algunas entidades no los estima viables, estas entidades serán adjudicadas a otras a través de subastas; que el FROB no actuará precipitadamente; que no va a ser en el mes de julio sino el 30 de septiembre de 2011 cuando se despeje el panorama; que hay que esperar a los “tests de estrés” que publique la Unión Europea el próximo verano; y que hay que confiar plenamente en las decisiones que en su día pueda tomar el Banco de España.

     Consecuentemente: asimetría total entre lo que han de hacer las entidades financieras y lo que haya de realizar el Banco de España. Todo ello acompañado de una buena dosis de dilación, demora y lentitud. Creo que esta actitud es el mejor camino para que se enquisten los temas.

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