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A corazon abierto
(por Demetrio Mallebrera Verdú)

LIMPIOS COMO PATENAS


     Apenas nos dimos cuenta, repasando una revista, donde las fotos eran más grandes que el pedacito de texto, que un hotel de San Francisco, allá en la costa oeste de los Estados Unidos, quizás por ser de lujo, dedica uno de sus más llamativos servicios al lavado del dinero. ¡Como lo lee, oiga! Sólo con pedir en recepción que les cambien billetes por monedas, pronto se ve esto que les distingue, consistente en manejar siempre los chavos, eso sí sólo los metálicos, brillantes  y  limpios  como los chorros del oro, como recién salidos de fabrica. Y no es que tengan convenido un intercambio permanente con el banco emisor; se trata, en efecto, de un lavado, convertido en un beneficio que se ofrece gratuita y legalmente a los clientes. Se nos explica que dan este servicio, desde que en 1938 el director se dio cuenta de que las monedas sucias manchaban los pañuelos blancos de las damas que se alojaban allí. Uno de los empleados se dedica a esta curiosa tarea tres veces por semana manejando una máquina a la que hay que introducirle las monedas ya separadas por tamaños, y contarlas para su correcta supervisión; el segundo paso consiste en sumergir las monedas en su correspondiente minibañera durante tres horas donde se mezclan con un pulimento de plata, bolitas de metal (como abrasivo) y jabón, todo removido por las delicadas manos del empleado, que no sabemos si añade velitas con aromas (sea dicho como en broma), y finalmente se les pone un tamiz para que vayan cayendo con cierto orden para ir retirándolas con una toalla en donde se frotan para secarlas. Como ya casi nadie paga en estos establecimientos con dinero en efectivo, ellos lo mantienen como elemento diferenciador en la amplia competencia existente reviviendo la elegancia de tiempos pasados y atrayendo la curiosidad de los clientes nuevos.

     No sé a usted, pero a mí me apetece ir y verlo; si bien debo confesar que también este hecho me ha dado mucho que pensar en estos tiempos de cataclismo ético. Creíamos que los comportamientos poco decentes de la gente poderosa o influyente estaban muy lejanos. Pero hemos ido viendo inocentemente cómo se acercaban hasta que nos los hemos encontrado dentro de nuestra propia casa (entiéndase: empresa, ciudad, ayuntamiento, autonomía, diputación; organismos internacionales, mediadores de bolsa, la banca, la prensa, la política y los políticos; las contratas, los planes de urbanismo, la participación en empresas dudosas, la falta de control empresarial, el desmadre, la desnaturalización de las amadas y populares cajas de ahorros que han sido las auténticas creadoras de las clases medias que tan gran papel hicieron uniendo a los españoles, aportando además tanta cultura y tanta ayuda humanitaria…).

     Todo eso es lo que nos trae ahora de calle haciendo convivir unas cifras de paro increíbles que angustian con la economía sumergida que es engaño, unos parados de larga duración que han de ser sustentados por las huchas de las familias y unos trabajadores legales que van a menos y viven en el sinvivir de la amenaza del despido, como quien mezcla lo bueno, con lo regular y lo malo en un mismo cesto donde cualquier fruto podrido contagia de envidia o de pena al resto. Los ahorros nos están aguantando, pero si los usamos y no crecen se agotarán. Es hora de que pidamos todos que se nos den unas explicaciones entendibles, sin escondrijos ni exclusiones, y también sin movimientos callejeros contaminados, a politicastros, empresarios, administradores, favorecidos…, más integridad y menos trampas, más trasparencia y menos carteras sucias, más humanidad en cualquier gestión…, usando en su higiene moral la lija que sirva para pulir de verdad y quedar ante la ley y la sociedad, como reza el modismo español, limpios como patenas, que quiere decir ser honrados, dignos y decentes.

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