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Manuel Gisbert Orozco

EL MERCURIO Y LA BOMBILLA

(por Manuel Gisbert Orozco)


     El mercurio es el único metal que se mantiene líquido a temperatura normal y eso alguna ventaja le tiene que reportar. Poca gente sabe para qué sirve, aparte de ser elemento esencial en los termómetros, pero es la amalgama natural de la plata y otros metales nobles.

     Recuerdo que de pequeño rompí accidentalmente un termómetro. Obviando los cristales rotos y antes de que mi madre descubriese el estropicio, quedé embelesado por una gota de una sustancia plateada, para mi desconocida, que se movía como un flan. Podías tocarla y no te ensuciabas, pero si intentabas cogerla se fragmentaba en otras gotitas más pequeñas que al acercarlas, unas a otras, se absorbían mutuamente hasta formar la gota inicial.

     En una época en que no había televisión ni por supuesto play station y que los niños  se entretenían arrastrando herrumbrosos potes de sardinas en conserva vacíos, como si fuesen unos modernos cochecitos, no dejaba de ser un buen entretenimiento jugar con el mercurio.

     Supongo que después me chuparía los dedos varias veces antes de lavarme las manos, porque ni mi madre, más preocupada por los cristales que por el mercurio, sabía que “eso” era peligroso.

     En realidad yo me enteré de que el mercurio era un veneno bastantes años más tarde, cuando publicaron noticias de que amplias zonas oceánicas estaban contaminadas por este metal y corríamos peligro de Dios sabe qué, si engullíamos los peces que allí habitaban o simplemente pasaban.

     El Estado, eterno protector de sus súbditos, toma cartas en el asunto y, ya que no puede prohibir que los peces pasen por lugares inadecuados, prohíbe los termómetros de mercurio, no sea que algún tierno infante lo muerda mientras le toman la temperatura y se trague su preciado liquido.

     El mercurio como amalgama de la plata continúa, entre otras cosas porque no tiene sustituto y no van a enviar a los mineros a un ERE por una bobada como ésta, pero mucho me temo que todos los problemas físicos que aquejan a nuestro tenista Rafa Nadal se deban a la manía que tiene de morder todos los trofeos que pasan por sus manos, ensaladera de plata de la Copa Davis incluida. Pero eso es otro problema y yo ya le he avisado.

     Ahora quieren eliminar las bombillas (boletes o peretes en valenciá y bombetes en catalá) porque de la energía que consumen, solo el 20% se transforma en luz y el 80% restante en calor (como si éste no se agradeciese en invierno) e incluso nos recomiendan que no las tiremos a la basura, sino que las demos a reciclar. (Eso me hace sospechar que el cobre o algún otro metal valioso que puedan contener comienza a ser rentable para algunos).

     Van a ser sustituidas por otras que, aunque consumen menos, no calientan. Cierto es que duran más, pero también son más caras y como lo único perfecto que ha habido en este mundo ha sido la Gina Lollobrigida en sus años de moza, también tienen sus inconvenientes. Tardan algún tiempo en dar su máxima potencia lumínica por lo que no son aconsejables para pasillos, armarios, escaleras y en definitiva en lugares de encender y apagar la luz. Esta acción, repetidas veces, también las perjudica y, por último, me entero por Internet, que lo chiva todo, que contienen... ¡mercurio! Definitivamente quieren acabar con nosotros.

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