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HE TENIDO UN SUEÑO
(por Gaspar Llorca Sellés)


          He tenido un sueño, un sueño reciente de un pasaje lejano, viejo, de años, décadas. En el sueño soy joven, trabajo en una oficina, es la Caja de Ahorros del Sureste de España. El patio de operaciones lo divide un mostrador de mármol con rejas y ventanillas, en la parte interior los empleados y la que da a la calle es la del público. En la mesa, dos tinteros y dos plumas, uno de tinta roja y otro azul, al igual que las plumas: rojo para los reintegros y azul para las imposiciones. Encima la mesa, una carpeta con papel secante que la reserva de borrones y gotas; consta ella, la mesa, de cuatro cajones, en donde se guardan los libros de registro de las operaciones diarias, papel de calco, las tablas de los intereses del ahorro, y en un rincón de uno de ellos el almuerzo, un paquete de picadura de tabaco, cerillas y el librito del papel para liarlo. Encima de ella, la mesa, también el secante de balancín y el cenicero con algún resto de colillas. Cerca, metálico, un archivero, donde se guardan las fichas de los clientes, en las cuales acabo de anotar el interés de las operaciones realizadas en el día, calculados hasta el final de año, sumando si son ingresos y restando los correspondientes a los reintegros.

  

          Hecho el cuadre con el cajero, cojo la Olivetti móvil, que va sobre un transporte con ruedas, y me meto en el parte contable del día.

 

          Entra un impositor, o sea un señor, un castellano, viajante, representante o inspector de algo, al igual sea de fiscalía, que abundan, Trae un maletín de piel negro tipo espía, sus modos son correctos, de cine como diríamos nosotros. Pronto dejo en alto el cuadre del haber y con miedo de vasallo abro la puertecita que nos separa y ofrezco mi vasallaje. Su presentación ha sido correctísima, alta y clara, (no entendí nada) y farfullo un: dígame señor, en que puedo servirle.

 

          -Quisiera que me solucionasen este problema, a ser posible con urgencia, por favor.

 

          Y me entrega un paquete que al abrirlo veo que contiene unos diez o doce mejillones.

  

          -No creo sea posible, le contesto, mire usted no tenemos barbacoa y está lloviznando. Y ahí se esfuma el sueño, es todo, no hay nada más.

  

          Menuda tontería de sueño, pero vaya con el sueñecito, que me está llevando toda la semana a mal traer, ¿Querrá decirme algo? Bueno no será, pues de serlo no me preocuparía y daría la lata, es algo fatal, maldito, del que mi sexto sentido quiere avisarme pero mi otro sentido, el obtuso, no llega a comprender y discernir. Antes estaban las pitonisas que con sus oráculos interpretaban los sueños, ahora donde puedo ir es a un psicoanalista o psiquiatra, pero lo malo de estas es que no leen en ninguna entraña, sino que te vuelan las entrañas estomacales con toda clase de píldoras, te tachan de loquera, y quedas registrado para el resto.

 

          Voy a resolver, ¿pescado o carne? En el Olimpo era más normal aves, pues vayamos a la gallina, ¿muerta o viva? ¡Dilema a la vista! Se impone sacrificio, que corra sangre, dolor y muerte. Y si se puede coincidir: relámpagos y centellas. Y verdugo, y si es posible matarife, o sea que sea limpio, y lo más difícil, el lector que sepa discernir lo que dice las entrañas del animal. No tengo más remedio que buscar amistad que crea en todo esto y no un espíritu burlón.

  

          Reunidos a la hora prevista, bajo un atardecer oscuro, con nubes bajas y cargadas de H2O, con la seriedad requerida, vestidos de blanco, ante una mesa que más es quirófano, se extiende la ofrenda con plumas y pico. Alguien ha puesto música fúnebre: ¡bisturí! Voz que rompe el silencio, ¡ras! Se abren las carnes, ¡chas! Chorro de sangre, Anota el sanador en su libreta, con murmullo de: roja, rojísima. Otro corte y sacan algo de carne: gran hígado, sigue el anotador con voz pastosa. Otro extracto: ovario con ristre de yemas de huevo. y sigue… buen caldo, Y otras minucias con riñones y el intérprete sigue con sus voz gangosa… buen aperitivo. Y finalmente un puñado de tripas y desperdicios. Y suena la misma voz…todo a la basura.

       

          Y por fin la lectura, el resumen en la libreta de las solemnidades: Buen ejemplar para la pepitoria acompañada de mejillones.

  

          ¿Mejillones? ¡ya estamos! Malditos moluscos, pero es que me van a perseguir toda la vida, ¡Juro por la mar salada que no vuelvo a probar uno más, en todos mis restos!

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