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AL HABLA CON...
JOAQUÍN PÉREZ VEGARA
(por Vicente Esteve Vera)

Hemos coincidido en el montaje de la exposición del concurso infantil de dibujo y ¿cómo voy a desaprovechar las ocasiones que se me presentan en cuanto veo que alguien colabora con la Asociación?: entrevista al canto. Le pregunto: tengo entendido que pintas, cuéntanos:
– Siempre me ha gustado la pintura. Soy autodidacta y hace bastantes años recibí indicaciones, más que enseñanzas, en una academia. Recuerdo incluso que cuando entré en la CAPA de botones estaba en la planta de dirección atendiendo las visitas y, en la mesita, cuando podía, me entretenía haciendo dibujos de fachadas, edificios, avenidas, etc. por detrás de las hojitas de reintegros que todavía conservo porque mi ilusión era la arquitectura, que no pude estudiar, porque solamente se podía hacer en Madrid y Barcelona y para ello se necesitaban recursos que por aquel entonces pocos tenían. Mi padre me aconsejó que estudiara comercio y me dijo: “así podrás estar en un banco y si no lo consigues, te vienes al mío” ¡era ebanista! y de los buenos.

Y el pintor, según tu vivencia ¿nace o se hace?
– Sin duda nace, pero luego se va haciendo con el aprendizaje de las técnicas porque el dibujo se lleva dentro. Yo no he practicado mucho la acuarela pero sí el resto de técnicas por lo que mi obra es bastante variada y tengo cosas copiadas y cosas mías. Los cuadros que he presentado en exposiciones casi siempre han recibido algún premio. He regalado algunos y he vendido pocos porque me da pena desprenderme de ellos. Todas las paredes de mi casa están llenas de cuadros y tengo un archivo de dibujos y cuadros sin marco dentro de un armario. Conservo los que hice en la academia y compruebo en ellos que nunca me fue bien el retrato y el desnudo, a pesar de haber tenido a una preciosidad de modelo de carne y hueso.

Bueno, supongo que tendrás también otras aficiones, ¿cuáles?
– Por supuesto deportivas, pero como espectador, ya que salvo el tenis, que de joven jugaba como socio del Montemar, nunca he practicado ninguno. Suelo andar bastante todos los días que puedo; en verano, me paso tres o cuatro meses en la playa y me gusta andar todos los días por la orilla unos ocho kilómetros; me gusta hablar con la gente; todo lo cultural, música, cine, museos reales y virtuales por internet; amo la naturaleza y soy paisajista de los montes, ríos, flora, etc.; me gustan los libros de tema local y provincial, los de historia, de arte, de naturaleza, etc. Todavía conservo bastantes y he realizado donaciones a las bibliotecas del Ateneo de Alicante, de la Residencia “Virgen del Remedio” y a la nuestra de JubiCAM. El museo Mubag lo conozco como si fuera mi casa ya que la zona donde venden los libros me trae recuerdos de mi infancia porque fue el lugar donde estuvo ubicado el taller de mi padre, hasta que la Diputación adquirió el edificio. Y por supuesto, no me pierdo las exposiciones del Marq, del Mubag, Lonja del Pescado y las demás galerías de arte.

¿Desde cuando jubilado y en la Asociación?
– Desde el 1 enero de 2006. Me lo propusieron cuando cumplí los 55 años y con el 80% del salario pero fui negándome hasta que con 63 años en 2003 me prejubilé teniendo que ir tres días al mes a desarrollar el trabajo que los compañeros de Medios de Pago me dejaban en carpetas para archivar y así… hasta la jubilación total. Una vez jubilado los antiguos compañeros me invitaron a un viaje con JubiCAM y a partir de ahí, visto el ambiente, nos asociamos mi esposa y yo. Frecuentaba la asociación y me propuso Pepe Barberá que pasara a formar parte de la Junta como vocal por Alicante y José María Alonso me amplió la faena para que participara en la organización de los concursos. Me incorporé a las partidas de “julepe” y al no tener idea ni ser un experto, me limpiaron 30 euros el primer día por lo que me pasé al grupo de las mujeres que son más modestas en sus apuestas. Allí se practican el “chinchón” y el “bingo” y estaba también el compañero Ernesto q.e.p.d.

¿Cómo fue entrar en la caja y cuál fue tu vida laboral?
– Estaba estudiando Peritaje Mercantil y hacía cuatro años que se había fundado la CAPA. Entré de botones el 1 de junio de 1958 junto con Vicente Llopis y 2 compañeros más. En 1960 ascendí a auxiliar y me pusieron en el mostrador para llevar el ahorro infantil y el del hogar. Pasé por oficial de 2ª, de 1ª y superior para llegar el 1.06.1979 a jefe de 5ª desarrollando trabajos en Secretaría General, Ahorro, Asesoría Jurídica, Inmovilizado, Intervención General, etc. Cuando se constituyó la Constructora Benéfica de la Caja de Ahorros Provincial y dado que, a la vez que trabajaba estudiaba y saqué la carrera de Oficial Delineante, fui destinado al departamento de Inmuebles cuando comenzó la construcción del Grupo Residencial “Bernardo Pérez Sales” en Babel y el Barrio “Sagrada Familia” en Ibi, asistiendo en numerosas ocasiones a la visita del arquitecto y aparejadores, haciendo a veces alguna indicación que aceptaban. En la década de los ochenta fui jefe de Instalaciones y Mantenimiento de Patrimonio, de Administración de Inmuebles, de Administración y Conservación del Inmovilizado de Uso Propio, del Parque Móvil y de Seguridad e Higiene en el Trabajo. Todavía tuve tiempo para participar en las obras de los edificios de la torre provincial y de Oscar Esplá. Con la fusión en 1992 con la CAM, pasé a Gestión de Inmuebles y de ahí a Medios de Pago, donde me “pilló” la prejubilación.

De tu vida personal ¿qué nos cuentas?
– Nací en diciembre de 1940 en la avenida de Alfonso el Sabio, frente al mercado central, por lo que soy alicantino de pura cepa aunque mis padres procedían de la Vega Baja, ambos de Jacarilla. Nos trasladamos a las viviendas que hizo la CASE en la Sagrada Familia, por lo que casi todos los vecinos de mi bloque, eran de la “competencia”. Allí conocí a mi esposa Matilde Rebollo, natural de Cartagena y que vino a Alicante por el traslado de su padre a la comandancia de marina. Nos veíamos de ventana a ventana. En octubre de 1968 nos casamos y en 1970 tuvimos a nuestra hija Verónica, casada, socióloga en la rama de marketing y publicidad.

¿Cómo es tu día a día en la actualidad?
– Me sigo levantando temprano, entre las 7 y las 7.30 salgo a la terraza y hago tres cuartos de hora de bicicleta estática y ejercicios de gimnasia con tensores elásticos ¡hay que estar en forma! y salgo a andar. Voy por jubiCAM y un día a la semana vamos mi mujer y yo a la residencia “Virgen del Remedio”, antiguo asilo de Benalúa, para estar con los residentes y entretenerles haciéndoles pintar, actividades, conversar, etc. y también colaboramos con las monjas de la Caridad ayudándolas en sus actividades lúdicas y de organización. Por la tarde suelo andar otro par de horas, leo la prensa y en el despacho me suele dar la medianoche, y a veces las dos de la
madrugada, buceando por internet, leyendo los correos y haciendo limpieza de papeles, ordenando y limpiando. Me falta tiempo y, como ves, he dejado un poco la pintura pero la retomaré porque quiero hacer un cuadro que tengo pendiente y que significa mucho para mí, pues es el paisaje de una vereda de Jacarilla que vi plasmado en un lienzo y quiero pintarlo del natural. Los tres meses de verano los pasamos en la playa y aunque hago menos cosas, no me aburro, porque encuentro satisfacción haciendo crucigramas para tener la mente despierta. Te aseguro que no tengo tiempo de aburrirme.

Y para terminar, cuéntanos una anécdota
– No sé si esta te vale pero la recuerdo frecuentemente porque ya te he comentado que desde pequeño mi ilusión era ser arquitecto. Menos un día. Ese día se me quitaron las ganas. Cuando estaban construyendo el hotel Riscal -hoy Estudio Hotel Alicante-, subí con el montacargas hasta el ático junto con el aparejador, que es conocido mío, y cuando fuimos a bajar se estropeó y nos tocó hacerlo por una rampa situada en la futura fachada este, ya que como solo estaba la estructura metálica no había más que listones de madera que hacían de quitamiedos. Cuando bajamos desde la planta 32, las gotas de sudor que destilaba pesaban medio kilo. Desde ese día prometí pensármelo dos veces y me acordé de la arquitectura y de los arquitectos pero por otros motivos.

Con lo fácil que hubiese sido tener otro montacargas de repuesto para no frustrar ilusiones. ¡Estos arquitectos! Gracias Joaquín por tu colaboración.

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