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LOS OLMOS DEL PARQUE
(por Francisco L. Navarro Albert)


 

Los viejos olmos del parque

se retuercen, malheridos.

Sus troncos, otrora fuertes

aparecen, ahora, hendidos

por sendas heridas de muerte

que su fin han decidido.
 

Entre sus ramas gorjean

y anidan mil pajarillos

que, en primavera, renuevan

con gran trabajo sus nidos,

para criar vidas nuevas

sintiéndose protegidos.
 

A veces nos molestan los árboles;

¡ensucian las calles sus hojas!.

Y, aunque en verano nos cubran

con fresca, agradable sombra

¡somos con ellos tan crueles!,

parece que nada importan.
 

En invierno se desnudan

para brindarnos calor;

sin sus hojas, todo se inunda

con los gratos rayos del Sol,

que nuestros huesos alivian

mitigando así el dolor.
 

Entonces, ¿por qué no los amamos?,

¡tantas veces los maltratamos!

Sus ramas arrancamos

y, a falta de cosa mejor,

en su corteza grabamos

nuestros locos sueños de amor.

 


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