Índice de Documentos > Boletines > Boletín Junio/Julio 2012
 
______________________________

El éxito

Francisco L. Navarro Albert ____________________








  

Cualquiera que haya tenido oportunidad de relacionarse con inmigrantes procedentes de Latinoamérica o visto alguno de los variados documentales de televisión en que intervienen personas de esta procedencia, habrá podido advertir, en general, la riqueza de vocabulario con que se expresan, incluso quienes por su origen social y ocupación llevan una existencia que podríamos definir como “precaria”.

     Parecería, desde nuestro punto de vista de ciudadanos de un país desarrollado (en esto confieso que tengo serias dudas), que con la escasez de medios de que disponen, con unas escuelas en las que como todo soporte para el aprendizaje cuentan con viejos y raídos libros de ignorada procedencia, parecería, digo, que los resultados de dicho aprendizaje no podrían ser los que advertimos en los casos a que me he referido líneas atrás si no fuera por el valor de los alumnos, capaces de recorrer intrincados y penosos caminos para luego sentarse, con suerte, en un desvencijado y carcomido banco de madera.

     Resulta profundamente contradictorio que nuestros alumnos, con escuelas bien dotadas, todo tipo de medios, ratios profesor/alumno establecidos por ley, etc. etc. a lo más que llegan es a formar parte de esas nefastas estadísticas que nos colocan a la cabeza en el nivel de fracaso escolar, absolutamente impropio de una sociedad civilizada en la que hemos conseguido sustituir el afán de conocimientos por el de obtener dinero como sea para gastarlo en lo que sea, porque siempre hay algo que comprar. No parece que podamos albergar, de continuar así, muchas esperanzas en cuanto al futuro. O, quizá hayamos llegado ya a ese punto de inflexión al que llegan en alguna etapa las civilizaciones y que marca el inicio fatal de la decadencia.

     En estos momentos en que albergamos serias dudas con relación a las medidas que las distintas administraciones públicas proponen para resolver la crisis descontrolada que padecemos, en los que el temor a que ese fracaso al que se alude se agudice, precisamente porque los recortes no respetan a la formación, deberíamos ser conscientes de la pérdida que va a suponer para el futuro de la nación y el desperdicio de medios que se ha hecho.

     Tal vez sea el momento de caer en la cuenta de que las cosas suceden así porque, lejos de aprender para tener capacidades que nos lleven al éxito, se ha llegado a considerar que el triunfo es una mera cuestión de suerte. No hace mucho en uno de esos documentales a los que me refería al principio y en que se hacía un recorrido por los suburbios de una gran ciudad, pude leer un graffiti con el siguiente texto:”el éxito es una escalera que no podemos subir con las manos en los bolsillos”.

     Así que, podemos sentarnos a esperar que se solucionen los problemas de la sociedad o podemos, “sacarnos las manos de los bolsillos” y empezar a trabajar duro para ser capaces de aportar soluciones y asumir las obligaciones que como ciudadanos nos corresponden, para poder tener la fuerza moral de exigir todos los derechos que esa misma ciudadanía nos otorga.

     Pero, eso sí, el trabajo ha de ser de todos y de cada uno, actuando en el presente para conseguir un futuro prometedor, dejando de mirar atrás porque no podemos permitirnos el lujo de tropezar y crear obstáculos a los que nos siguen.

Volver