No conozco a ese dios que me proponen,
amigo del lujo, la pompa y el boato.
Es mi Dios humilde, serio, justo…
es como el padre que siempre se dispone
a ayudar, entre sus hijos, al más pobre
sin tacharle, a cada minuto, de insensato.
Es mi Dios el que hoy es mi hermano.
Es el que está muriendo en la trinchera.
Es aquél al que tiendo yo mi mano
para que Él la tome cuando quiera.
Es aquél que vino un día a rescatarnos
y liberarnos, con su cruz, de una quimera.
Mi Dios es aquél que nunca veo,
pero que está a mi lado en mis tormentas.
Es aquél que, cuanto más solo me siento,
procura que le sienta yo más cerca.
Es aquél que Amor es todo lo que pide
para entregarlo, después, a manos llenas.