Índice de Documentos > Boletines > Boletín Febrero/Marzo 2013
 
______________________________

Hormigas

Antonio Aura Ivorra ____________________

 

 

 

 

É rase una vez…, dice el abuelo paseando con su nieto por el jardín.

 

     Así suelen empezar los inocentes cuentos con que solíamos adormilar a nuestros hijos, y según momentos también despertar su curiosidad, y ahora, renovando la experiencia, a nuestros nietos.

 

     - Érase una vez… ¿o solo fue un sueño? Érase que se era, una hormiga hacendosa de grácil cintura y dura cabeza…

 

     - ¿Y por qué una hormiga, abuelo?, dice el nieto.

   

     - Pues… pues porque son muchas las que hay, y además, muy ordenadas y limpias… ¿no las has visto cruzar el camino en el campo, o en el jardín, en fila india, una tras otra, rojas o negras… cargadas de granos o de migas, o de briznas o de brozas más grandes y pesadas que ellas?; fíjate en estas y verás lo fuertes que son ¿verdad?; alguna vez hay que fijarse en ellas porque están por casi todo el mundo. Son cosmopolitas. Mira, mira estas; agáchate: van camino al hormiguero, que es su casa. Pero, así como las ves, ¡menos mal que son pequeñas, porque si no dominarían el mundo. Son tantas! Y… ¿sabes?, no tienen pulmones, ni esqueleto como nosotros, ni venas ni arterias. Respiran a través de unas válvulas, como agujeritos en su esqueleto, que es como una armadura que protege a un tubo interior que hace de arteria y corazón al mismo tiempo y a un cordón que es su sistema nervioso. No tienen huesos.

 

     - ¿Y su cabeza?, ¿te has fijado? Coge esa y verás: es todo un cabezón… mira, mira sus ojos... ¡Ah!, pero están medio ciegas. Y esos dos filamentos que le salen, ¿los ves?, son las antenas, que les sirven para comunicarse y detectar cosas. ¡Con ellas hasta pueden oler!... Y mira; pon, pon tu dedo ahí y verás cómo te muerde.

 

     - ¡Huy!

 

     - ¿Ves qué mandíbulas tan fuertes tiene? Con ellas se defienden, construyen sus nidos, los hormigueros, y recogen alimentos. Comen insectos, algún grillo, moscas, pulgones, lombrices, también pipas y otras semillas… ¿sabes que son muy golosas? Les gusta el azúcar y la miel…

  

     - Y, ¡claro!, con sus patas caminan. ¿Las contamos?

 

     - Sí.

   

     - A ver… parece que tienen seis.

 

     - Eso es. Tienen seis, que son tres pares ¿no?

 

     - ¡Pues claro, abuelo! Tres por dos son seis.

 

     - Son muchísimas más que nosotros y están muy bien organizadas. Todas se parecen en la forma pero son muy diferentes en sus costumbres. Las rojas podemos decir que son “de capital” porque se agrupan organizadas en grandes hormigueros repletos de pasadizos laberínticos muy poblados; asoman a la superficie formando un montón de pajitas y piedrecitas en medio del jardín o del bosque…

 

     - ¿Sabes que solo trabajan las hembras? Todas esas que ves tan cargadas son hembras. Su cuerpo es más robusto que el de los machos. Se llaman obreras y son estériles. Pero hay una, la reina –diríamos que es la que manda– que tiene el cuerpo más grande y se ocupa de poner huevecillos, a miles, para que no se extinga su gran familia; a veces hay más de una, que debe crear una nueva familia. Los machos las fecundan y cumplida su misión ya pueden morirse. No se ocupan de traer alimento ni de otros trabajos ¡son unos vagos estos machos, ¿verdad?! A machos y hembras les salen alas cuando abandonan el nido; vuelan, pero por poco tiempo; es un viaje nupcial. Pronto pierden sus alas y cuando las reinas son fecundadas fabrican nuevos nidos para la nueva familia: las obreras cuidan las larvas, débiles -de momento parecen gusanos- pero con gran apetito.

 

     - A veces, sus vuelos, que suelen realizar en primavera o en el otoño cuando ha llovido, asustan porque son muchísimas las que van juntas. Tantas que, como van tan apretadas, forman un enjambre o una alfombra voladora, parecida a aquélla mágica del cuento. Es un viaje para la creación de un nuevo hormiguero. Ni pican, ni muerden, pero en ocasiones son casi una plaga y hay que eliminarlas.

 

     - Bueno. Ya está bien por hoy. ¿Y si las dejamos tranquilas y nos vamos a comer? Creo que tu abuela nos ha preparado lentejas. ¿Vamos a por ellas?

 

     - Pues vamos.

Volver