I – PRELUDIO
La mar, despeinando espumas
de nieve, sobre la arena,
desnuda, entre brisa y brumas,
estremecida y serena…
La mar que se enluta y llena
de arrecifes y corales,
que pone en los roquedales
embrujos de su cantar…
La mar, rompiendo cristales
de sal, de escama y de olas…
¡Rumores de caracolas,
anunciando la pleamar!
II – DE LA CREACIÓN DEL
MUNDO, Y DE LA MAR
“En el principio creó Dios
el cielo y la tierra…”(Gen.I)
La nada en el principio… ni aún el cero,
en medio de la nada, a ser se atreve…
no hay un soplo de brisa, que se eleve
a través de la nada… ni un lucero…
La nada en el principio…ni sendero,
ni movimiento, ni susurro leve…
no hay sombra oscura ni destello breve...
la nada en el principio y Dios primero.
Dios desde siempre, eterno, y uno, y trino,
en medio de la nada sin orillas,
tendiendo su mirada a lo profundo…
Dios, vuelto jornalero a lo divino,
inundada su voz de maravillas,
y comenzando la creación del Mundo.
Un mandato de Dios, y, de la nada,
en el principio, nacen tierra y cielo,
oscuridad y niebla, luz sin velo,
y noche, y sol, y luna, y alborada…
Un mandato de Dios, y nace cada
planeta girador, tendiendo el vuelo…
nacen las aguas, ocultando el suelo,
en la creación recién inaugurada…
El Dios Creador, bajándose a lo oscuro
de un mundo sin paisaje y sin figura,
arracima las aguas con sus manos
y, a la caricia de su soplo puro,
nace, sobre la tierra, la hermosura,
verde y azul, de mares y océanos.
La mar en el principio del axioma
con proyección de cántico salvaje…
la mar encaramada en el paisaje
entre vuelo de escama y de paloma…
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Potros de sal, rebeldes a la doma,
-despeinada de viento y oleaje-,
quiebra la mar, en plenitud de encaje
sobre el acantilado… se desploma
con vibración constante y transcendida,
repitiendo su marcha y su proceso
en proceso tenaz y reiterado…
Resplandece la mar, recién nacida…
y pone Dios sobre la mar un beso…
y dice Dios que es bueno lo creado.
III – DUC IN ALTUM
Me ha dicho un ángel de luz:
-Fresca de la madrugada,
desmelenando su espuma,
la mar se tiñe de alba,
mientras las estrellas duermen
rocío de las montañas
y se consume la luna,
hostia de nieve y de plata…
¡Se está bordando de velas
el cañamazo del agua!
Apenas se despierta la alborada,
ruborizando, a su color, el día,
ya despierta la mar la geografía
de su melena azul, desmelenada…
Apenas vibra el sol, poniendo en cada
relieve su calor y su alegría,
y ya la mar reanuda la armonía
de su eterna canción acompasada…
Apenas se durmió la luna llena,
recortando de plata sus dinteles,
y ya la mar, cantando se apresura
a siluetar sus ondas en la arena.
¡Y ya la mar se llena de bajeles
que ponen, en la mar su arboladura!
¡Corta, sin miedo, amarras, marinero,
y deja atrás la costa, atrás la arena!
¡Mira como la brisa se encadena
a la vela que izaste en tu velero!
¡Déjate el ancla en tierra, que un lucero
pone su luz, encandecida y plena,
sobre la mar que el viento desmelena,
mostrándote tu rumbo y tu sendero…!
Déjate lo pasado en el olvido
y enfila tu bajel hacia el mañana,
-a navegar se aprende, navegando-,
tú sigue ese camino presentido
porque en la singladura más lejana,
el grito de la mar te está llamando.
IV – PORQUE ESCUCHO TU VOZ, PORQUE TE ESCUCHO…
La mar me está llamando… Me despierta
con un rumor insospechado y nuevo
-canción de voces líquidas-al alba
poniendo en carne viva mis deseos…
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Llevo los Cuatro Vientos en mis manos,
soplándome rumores de aventura…
llevo la presentida singladura
de una ilusión de nuevos océanos…
Dejando atrás mis zarzas, mis secanos
y la cruel sensación que me clausura,
quiero llegar a la belleza pura
del mar, en sus confines más lejanos…
Surcar las jubilosas claridades
de su inmenso vitral con mis estelas,
dejando atrás el sepia de mi orilla
y, huyendo de pasadas soledades,
al aire el arco tenso de mis velas,
cortar en dos sus aguas con mi quilla.
La mar ante mis ojos bajo el cielo,
fundiéndose con él, en lejanía,
como una línea azul… la crestería
de su paisaje remontando el vuelo.
La mar aquí, tendiéndome su velo
de espumas luminosas… la armonía
de su vaivén poniendo todavía
una humedad de gotas en el suelo…
La mar aquí, quebrando sus espejos
contra el acantilado en cabriolas…
dando a la brisa su canción suave…
La mar recomenzando sus reflejos
y, tendiendo su rumbo entre las olas,
mi corazón de tierra vuelto nave.
V – EPÍLOGO
MI CORAZÓN DE TIERRA
VUELTO NAVE, AL ENCANTO INFINITO DE LA MAR
Yo quisiera ser pez para habitarte,
alga, para crecer en tus abismos
y espuma de tus olas, para verme,
-blanco de sol y verde de esmeraldas-,
en el lecho redondo de la brisa…
Yo quisiera ser playa, y arrecife,
y arena, y roca, albatros, gaviota
y bajel y sirena, recorrerte;
llegar a ser tu dueño y, de esta forma,
convertirme en tu dueño y en tu esclavo
porque te quiero, mar, y el amor llega
a dominar y a verse dominado…
Sencillamente, mar, sencillamente
que así es la rosa, y con el mismo encanto,
eres tú, mar, embrujo y sortilegio.
Sencillamente, mar… sencillamente…
Ángel Joaquín
García Bravo
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