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- LIBROS, LIBROS, LIBROS...
 
“Un libro abierto es un cerebro que habla; cerrado, un amigo que espera; olvidado, un alma que perdona; destruido, un corazón que llora.” (Proverbio hindú)

Contenedores de experiencias, de fábulas, de vivencias almacenadas con esfuerzo y entrega personal que desnuda impúdicamente a quienes los crean, descansan sobre anaquel en espera de atención. Depósitos de sapiencia prestos a entregar la riqueza que atesoran estáticos; a disposición permanente de quien los pretenda. Siempre. Alimento espiritual inagotable, listo para imbuir. Libros, libros, libros…

´Garimpeiros´ de sabiduría les acechan manoseándolos con fruición. Al sostenerlos con fervor y suavidad entre sus manos, casi meciéndolos, se intuye el ligero remolino de aire que generan las hojas al pasarlas apresuradamente. Aunque algunas se resistan. Devoradores empedernidos; ´garimpeiros´: ávidos buscadores de saber, sorprendidos por la oscuridad de la noche con los ojos enrojecidos por el esfuerzo realizado. Para ellos no es negrura, sino luz de luna lo que les envuelve. Y siguen su búsqueda hasta que el sueño, entornando sus párpados, les vence.

Sin embargo, no todo lo palpado es valioso. El material es abundante: hay que limpiar de maleza una enorme montaña imposible de cribar ni en siete vidas. Es necesario ser experto y estar libre de prejuicios para ello; no sea que en el ardor del ejercicio se envíe al fuego eterno -a lo largo de la historia ha ocurrido- la genialidad que, conservada indeleble entre las tapas, espera paciente y con generosidad sin límite que manos calmosas la acaricien para volar y entregarse a voluntades liberadoras ansiosas de saber.

Historias de la historia, ficciones imposibles, quimeras: “monstruos con cabeza de león, vientre de cabra y cola de dragón vomitando llamas…” que ejercen su poder mágico sobre las mentes abiertas que los escudriñan sin reservas. Y amores; odios y dolores. Pasiones. Pesares. Risas y llantos. Sentimientos. Notarios de la vida: Libros, libros, libros…

Desembarazarse de las tinieblas de la ignorancia -por desgracia, demasiados todavía siguen inmersos en ella- es el paso necesario para superar miserias e ignominias… y madurar, que es tanto como vivir. El atrevimiento de cambiar la planura de la tierra por su redondez pagó un alto precio; como tantos otros descaros que sirvieron para avanzar. ¿Cómo testimoniar reconocimiento a tan arriesgadas divulgaciones si, aun teniéndolas al alcance de la mano, las ignoramos?

A poco que nos habituemos a leer se descubre: Los libros aportan ideas, contienen “vidas” imaginarias o reales, excitantes, que se nos muestran sin tapujos. Satisfacen curiosidades y avivan la imaginación.
¿Qué más se les puede pedir?

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