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Han transcurrido cuatro años desde que dejamos de emplear como moneda oficial de cambio la peseta, aunque en realidad sigue presente, pues aún seguimos pensando en ella en nuestros cálculos.
Verdaderamente la peseta nos ha dejado huella tras sus 133 años de vida; bien merece un homenaje por tan larga historia. El 28 de febrero del 2002 desapareció de la circulación, siendo sustituida por el euro.
Fue en el siglo XIX, el 10 de octubre de 1868 cuando, según Decreto del Gobierno de la Nación, se instauró la peseta como moneda de curso legal en España; estaba dividida en cien centésimas para estar de acuerdo con el sistema decimal y así modernizar el cambio, pues la diversidad de piezas diferentes en circulación hasta entonces suponía un estado caótico.
La primera moneda de peseta fue acuñada en plata durante el Gobierno Provisional que entonces dirigía el Estado Español: En el anverso una matrona recostada; en el reverso un escudo coronado entre columnas. Este Gobierno Provisional ejerció el poder entre el exilio de Isabel II y la elección como rey de Amadeo I. Más tarde aparecen pesetas con la efigie de Amadeo I, Alfonso XII, Alfonso XIII y el símbolo de la República.
La peseta dorada del año 1944 se acuñó en aleación de cobre y aluminio y fue bautizada como “la rubia”; más tarde se pusieron en circulación otras de cuproníquel, con las efigies de Franco y del rey Juan Carlos I. Durante nuestra guerra civil hubo pesetas de muy diverso tamaño y forma y hasta fueron impresas en papel.
El imperio de la peseta termina con un ciclo de historia que comprendió monarquías, repúblicas, dictaduras y... la democracia. Su sustituto, el euro, simboliza la Unión Europea. Se instauró el 1º de Enero de 2002, fijándose su equivalencia en 166’386 pesetas.
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