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- PRIMERO FUIMOS, AHORA PENSAMOS
  Un buen amigo me ha dicho que no está de acuerdo con todos mis artículos, por ortodoxia.

Le conozco y sé de su buena intención, que le agradecí, pero como él había telefoneado para felicitar a mi mujer, por su santo, me quedé con las ganas de hablar más del asunto. Por eso me importa hoy reiterarle mi gratitud por su sinceridad. Siempre he procurado ver las experiencias de la vida como posibilidades abiertas para aprender cada vez más, máxime si despiertan consciencia de falibilidad, como en esta ocasión.

Sin su llamada, mi artículo de este mes se habría titulado “Autoflagelaciones y otras estupideces”, todo un mensaje de ataque que he reconsiderado, pues entiendo que estupidez significa torpeza notable en comprender las cosas, y deducía que quienes están convencidos de que el cuerpo no puede hacer nada por su cuenta, tendrían que reconocer que flagelarse por haber hecho lo que uno quiso que hiciese su cuerpo no podía ser más que una estupidez.
Pero, siendo distintos, como afortunadamente lo somos todos, no podemos pensar igual. Y si, realmente, con humildad no es difícil suspender todo juicio en relación con viejas convicciones, siempre podremos aparcarlas hasta encontrar algo más convincente. De ahí la necesidad de comunicarnos. Para mí, el cerebro forma parte del cuerpo, pero los pensamientos no forman parte del cerebro, aunque influyen en él. Lo que no tengo claro es de dónde provienen algunos pensamientos, especialmente los que inducen a flagelarse.

Así que, buscándole explicación, he acudido a los libros y, en ´El error de Descartes´, de Antonio R. Damasio, he podido leer: “(…) mucho antes del alba de la humanidad, los seres eran seres. En algún punto de la evolución, comenzó una consciencia elemental. Con esta consciencia elemental vino una mente simple; con una mayor complejidad de la mente apareció la posibilidad de pensar, y aún más tarde, de utilizar el lenguaje para comunicar y organizar mejor el pensamiento.
Así, pues, para nosotros en el principio fue el ser, y sólo más tarde fue el pensar. Y para nosotros ahora, a medida que llegamos al mundo y nos desarrollamos, seguimos empezando con el ser, y sólo más tarde pensamos. Somos, y después pensamos, y sólo pensamos en la medida en que somos, puesto que el pensamiento está en realidad causado por las estructuras y las operaciones del ser”.
Resumiendo, para Descartes existía una separación abismal entre el cuerpo y la mente, al asegurar que las operaciones más refinadas de la mente estaban separadas de la estructura y del funcionamiento del organismo biológico. Pero, según Damasio, la mente procede del cerebro.

Seguí buscando, y en el punto 1. de la reciente Carta Encíclica ´Deus caritas est ´di con un párrafo que relacioné con la intención de mi amigo, puesto que, según el Papa: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”. Lo subrayo. Y más adelante (final del punto 5.), subrayo también: “La fe cristiana (…) ha considerado siempre al hombre como uno en cuerpo y alma, en el cual espíritu y materia se compenetran recíprocamente, adquiriendo ambos, precisamente así, una nueva nobleza”. ¡Ajá!: ¡Precisamente así, es decir, compenetrados, como uno sólo, cuerpo y alma adquieren una nueva nobleza!
O sea, que se complementan porque se necesitan mutuamente para una misma finalidad.
¿Será, acaso, la comunicación entre mentes la función principal del cuerpo? ¿Cómo comunicar pensamientos si no? Por lo tanto, ¿despreciar cualquier cuerpo, incluido el de uno mismo, no será un gran error?

Gracias por haberme leído.

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