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Se nos hizo corto el tiempo en el Foro de Intergeneraciones.
Hay que decir que el profesor Ariño dosificó magistralmente datos, estadística, comentarios, prospectiva y enfoques novedosos de esta sociedad distinta, nueva, que nos ha tocado estrenar y que se configura en torno al hecho más trascendental de toda la historia de la evolución humana: el alargamiento de la esperanza de vida, que prácticamente se duplica en los últimos 50 años.
La sociedad envejece, la economía lo acusa y se adentra por tierras vírgenes como en el peliculero Oeste; la ciencia y la técnica ven temblar y resquebrajarse sus pilares clásicos. Y las mujeres siguen siendo más, casi tres veces más numerosas que los hombres y van imponiendo un pensar y un sentir diferentes; bien por la diferencia.
Pero quizá lo más impactante sea eso de que a la sociedad de las clases ha sucedido la sociedad de las edades, desde la guardería infantil al club de jubilados; y cada cohorte (se dice así) tiene sus valores propios, peculiares: ni mejor ni peor, diferente.
Las relaciones intergeneracionales exigen tres notas fundamentales, imperativas:
conocimiento, comprensión y respeto mutuos.
Está bien eso de que los mayores podemos aportar sabiduría.
Este invento de los foros funciona.
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