Índice de Documentos > Boletines > Boletín Marzo 2006
 
  - AL HABLA CON... * LUIS-MANUEL SERRANO PASCUAL
 
Desde que empecé a colaborar en nuestro BOLETÍN ya tenía pensada esta entrevista, porque conocía al que fue mi primer jefe en la Caja y sabía que nos iba a contar muchas cosas; me ha costado convencerle, pero, creo, ha merecido la pena, y aquí está su testimonio. Me dice:

- Me siento incapaz de negarme a tu insistencia, por si puede parecer desaire, pero tengo serias dudas de que algo tan íntimo y corriente pueda interesar a tus lectores, pero allá voy.
Era el año 1927, ahí es nada, y vine al mundo en Alcoy en el seno de una familia de clase media. Mi infancia fue más o menos como la de cualquier chico de entonces. Inicié los estudios en la escuela pública y luego pasé a la que tenían en mi pueblo los Maristas.
De ambas y de los maestros que tuve en ellas me queda, pese al tiempo trascurrido, un muy grato recuerdo. Y allí me sorprendió la contienda civil, que impuso unos cambios de vida a los que hubo que adaptarse; alteraciones sociales, persecuciones, incendios, ejecuciones, seres queridos en el frente de batalla, carencias de todo tipo y que afectaban en mayor medida a nuestros mayores.
La gente menuda sí que notábamos que habían desaparecido de la escena tradiciones tan entrañables de mi pueblo como las fiestas de Moros y Cristianos, la cabalgata de Reyes Magos... porque ¡estábamos en guerra! Comenzaron los bombardeos, y huyendo de la “quema”, con mis dos hermanos, chico y chica, menores que yo, nos trasladamos con una hermana de mi madre a un bello pueblo de la sierra Mariola, Agres, y allí vivimos con relativa tranquilidad el fin de la contienda. Recuerdo que en la terraza del piso criábamos conejos y con compañeros de mi edad íbamos al monte, allí mismo, a por la hierba de su sustento.

Y llegaron los no menos duros tiempos de la posguerra y tuvimos que adaptarnos a las dificultades. Yo tenía entonces 11 años, casi 12, y empecé los estudios de Bachillerato; nuevas situaciones, nuevos deberes, nuevos amigos, en fin, nuevo sistema de vida. A los 14 años tuve que dejar los estudios y empezar a trabajar.
Puedo decir que no resulté un estudiante especialmente brillante. Fui “dominguero” de los Salesianos, donde tuve nuevas amistades y jugábamos al billar, ping-pong..., y, para cultivar el espíritu, hacíamos teatro; estrenábamos cada dos domingos.
Creo que soy un tipo con suerte.

Mira por donde, muy joven aún, en 1943, conocí a una preciosa chavala con la que posteriormente inicié unas relaciones que duraron nueve años, hasta que en Abril de 1953 se convirtió en mi esposa; tenemos tres hijas, las joyas de nuestra corona, que a su vez nos han dado seis nietos. Y siguió la suerte, pues me considero afortunado ya que, tras más de sesenta años, Rosa me sigue soportando.

Pero retrocedamos en el tiempo pues otras cosas, en distintos campos, han ocurrido en mi vida. Fui administrativo, representante de comercio y hasta fabriqué lejía. Para no dejar mis ocupaciones hice la “mili” en Alcoy, como voluntario, y fueron tres años eternos pero afortunados.
Seguía mi suerte. Me tocó un jefe con quien me llevé de maravilla, hasta el punto de que cuando se convocaron oposiciones por el Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Alcoy, me dio permiso para que pudiera prepararlas y hasta me dejó prestada su máquina de escribir portátil para las prácticas. Y siguió la suerte. Nos presentamos treinta y no se cuantos para cinco plazas y aprobamos tres.
En 1949 inicié mi actividad en el Monte de Piedad y casi simultáneamente empecé a ejercer como agente de seguros. Era la época del clásico pluriempleo. Al tratarse de una Caja pequeña pasé por casi todos los puestos: imposiciones y reintegros, préstamos, cobro de liquidaciones de la Seguridad Social y pago de prestaciones, contabilidad, monte de piedad ... hasta recalar en lo que sería mi destino definitivo: Inmuebles.
Recuerdo, sin nostalgia, la época gloriosa del tintero en la mesa, la plumilla de metal, el botecito con perdigones donde se la introducía para su limpieza, la sumadora de palanca..., eran otros tiempos. Hacía más frío que ahora. Al menos una vez al año se acumulaban veinte o treinta centímetros de nieve, y las fuentes públicas se adornaban de carámbanos. Al salir de la Caja los del turno de tarde cuando “hacíamos inventario”, a las diez de la noche, nos íbamos caminando sobre la blanca alfombra. La Caja alcanzó una gran tradición en la construcción de viviendas sociales, con un importante número de ellas, y en esa tarea me ocupé con la colaboración de excelentes compañeros.
En 1970 me ascendieron a Jefe de 4ª, lo que en una Caja de su volumen suponía todo un hito; seguía mi suerte. Allí estuve hasta 1976 en que con mis compañeros y amigos Manolo Bonal y Rigo Jordá fui trasladado a Alicante para formar parte de la plantilla de Central de la nueva Caja de Alicante y Murcia. Después nos siguieron, por este orden, Pepe Rubio, Jorge Abad y Baldomero Satorre.
Yo aterricé en Inmovilizado y decía Bonal que habíamos venido a Alicante no por un acto disciplinario pero sí por disciplina. Siguió mi buena suerte, porque fui nombrado responsable del Departamento pese a que, seguro, otros compañeros tenían méritos superiores. Allí encontré estupendos colaboradores en el desempeño de la función que, como equipo, se nos encomendó. No quiero hacer mención expresa de ninguno de ellos, porque supondría una injusta exclusión de los restantes.
En Enero del 78 fui nombrado Jefe de 2ª. No quiero terminar este capítulo de mi vida profesional sin un recuerdo especial de quienes fueron mis directores: don José Catalá, don Norberto Canet, don Francisco Oliver y don Miguel Romá; de todos ellos conservo grata memoria.

Y llegó el día 1º de Julio de 1987. Acababa de cumplir los sesenta años y pasé a la situación de Jubilado. En la comida de despedida, con mis compañeros de Inmovilizado, José María Palazón me presentó los impresos de solicitud de alta en nuestra Asociación y los suscribí sin pensármelo dos veces. En ella he servido como Vicesecretario, Secretario y Vicepresidente 2º, y gracias a que nuestros Estatutos prescriben la limitación en la duración de mantenimiento de los cargos, he sido relevado de todos ellos por compañeros que, sin ninguna duda, han mejorado mi gestión.

Aprovechando que se ha tomado un respiro para beber un poco de agua le hago alguna de las preguntas que llevaba preparadas: ¿Cuáles son tus aficiones? Y me responde:

-El teatro, la música de todo género, especialmente la clásica, y también me gusta la fotografía. Estando en activo compré muchos libros para leerlos “de mayor”, pero ahora me cuesta un poquito hacerlo; se ve que todavía no es el momento. Me gusta viajar; recuerdo con agrado viajes hechos con la Asociación: Galicia, Extremadura, Asturias, La Rioja... un lugar para perderme: Austria. Además voy por la Asociación regularmente y tomo también como afición los compromisos familiares.

Al preguntarle por nuestro local social y sus actividades, dice:

- Me parece todo estupendo ya que ambos se están mejorando continuamente buscando la comodidad del socio y su distracción. Con las nuevas salas de lectura, biblioteca y T.V. se pretende potenciar las reuniones entre compañeros, pudiendo tomar incluso nuestro cafelito de cafetera. Un buen acierto.

Le comento si percibe la diferencia entre el ayer y el hoy de su ciudad y esta es la respuesta:

- Entonces tenía una pujante industria: textil, papelera, alimentaria, metalúrgica, que desafortunadamente todas ellas han ido a menos, pero como tenemos “más moral que el alcoyano” nadie nos va a poder quitar que seguimos teniendo la Caja de Ahorros más antigua (1875), una compañía de seguros de solera (La Unión Alcoyana, 1876), una añeja emisora de radio (EAJ-12), tres bandas de música, una orquesta sinfónica, varias corales y la cabalgata de Reyes más antigua de España... y del mundo. Y podemos presumir de grandes pintores, de eminente músicos y escritores. Además los baches coyunturales se solucionarán y volverá a ser la referencia que ya fue en nuestra provincia.

Y para terminar, nada mejor que una serie de preguntas cortas y rápidas que requieren respuestas también inmediatas.
¿Hogueras o Moros y Cristianos? -Moros y Cristianos.
¿Toros o fútbol? -Ni fu ni fa.
¿Carne o pescado? -Ambos.
¿Campo o playa? - Playa.
¿T.V. o radio? - Radio
¿Alcoy o Alicante? - Alcoy y Alicante.

Esta última era para ver si lo pillaba, pero el jefe es el jefe y ha salido airoso de mi interrogatorio, así como nos ha sabido hacer agradable este intento de conocerle un poco más.

Gracias, amigo.

Volver