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A R C O I R I S * FELICIDAD
 
Vivimos en un mundo violento, convulso y atormentado donde es difícil que florezcan los pensamientos de Amor y Paz.

Me hubiera gustado escribir un bonito cuento de Navidad, pero tengo el alma demasiado afligida por las guerras, en las que diariamente se cuentan los muertos por cientos, donde los niños son masacrados por bombas, incluso en escuelas, y hospitales, donde el hambre y las enfermedades asolan al que se ha dado en llamar tercer mundo. ¿Por qué esta definición?
Todos estamos en el mismo mundo, donde el terrorismo pasa su sangrienta guadaña allá donde va; donde las mujeres son asesinadas diariamente por sus propios maridos, delante de los hijos, siempre víctimas en estos casos, donde los atracos a mano armada contra personas indefensas, que trabajan todos los días para ganarse el pan, son cada vez más numerosos.

Niños que en las escuelas se agreden a navajazos, violaciones cruentas, y, para colmo de males, las catástrofes de la naturaleza que destruyen ciudades, llevándose entre sus ruinas a familias enteras que pocas horas antes hacían proyectos para el futuro y jugaban con sus hijos. Se me encoge el corazón y me pregunto qué ha pasado.
¿Es que el Mal le ha ganado la eterna partida al Bien? Y en medio de este pandemoniun las calles derrochan luz, cuando a Dios solo le interesa nuestro propio resplandor.
La locura de la sociedad de consumo se desata y campa por sus respetos en los días en que celebramos el nacimiento de Jesucristo, en la pobreza, como ejemplo de vida, y que murió crucificado para redimirnos.
Hasta los no creyentes, o de otras religiones y culturas, deberían respetar el espíritu de la Navidad, fiesta de Amor y alegría: las familias se reúnen, los seres humanos se felicitan y olvidan rencillas durante unas horas. Jesús fue negado, y humillado hasta su muerte, y Él mismo, siendo Dios rogó a su Padre: Señor, Señor ¿ Por qué me has abandonado? Yo también pregunto lo mismo: ¿Dónde han ido a parar las Navidades de mi infancia, la escala de valores por la que nos regíamos?
Entonces no había árboles emperifollados parpadeantes de luces, ni Papás Nôeles, importados de Estados Unidos, pero había respeto y amor. Nosotros, los que aún gozamos de un rinconcito al sol, debemos vivir siempre con tres amigas inseparables: Fe, Esperanza y Caridad.

A veces, hasta entre los intersticios de los viejos muros de piedra nacen plantas y florecillas que nadie siembra ni cuida; así, quizás algún día el mundo deje de llorar, y un rayo de sol hará posible que el arco iris luzca otra vez en el cielo y enlace de lado a lado a este planeta llamado Tierra. ¡Lástima que para lograrlo haya sido necesario tanta lluvia de lágrimas!

Mientras este feliz día llega, os deseo:
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FELICIDAD

Esta Navidad deseo:
que encontremos bajo el árbol
una caja con palabras,
algunas, por mal usadas
ya no quieren decir nada,
otras por usarse poco
se han quedado oxidadas,
y con su primera letra
componer otra palabra:

-Fe
-Esperanza
-Lealtad
-Ilusión
-Caridad
-Igualdad
-Decencia
-Amor y
-Dar.

Bordemos sus iniciales
en el fondo de nuestra alma
con hilo Fraternidad,
quizás así consigamos
vivir en un mundo en paz,
sin violencia y sin armas.
Entonces tendrá sentido
desear felicidad.

 

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